Las impensadas fuerzas endógenas (I)

Alberto Bejarano Ávila

Suele argüirse que el atraso regional persiste y no se puede superar por escasez de recursos o abandono del Estado, teoría que riñe con la opinión que oímos en tertuliaderos y a veces en escenarios informados y que plantea que son los erróneos paradigmas o el anacronismo mental el yugo que ata al Tolima a la rancia ortodoxia analítica que impide hallar soluciones al atraso y que, para ser realmente competitivos, debe producirse un cambio de mentalidad para que surjan ideas fuerza disruptivas y así el progreso tolimense sea obra en construcción y no cuento de nunca acabar. A ésta última lógica adhiero plenamente y ya diré por qué.
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Otra tesis, propia del ortodoxo pragmatismo neoliberal a rajatabla, señala al exiguo flujo de inversión externa como factor principal que frena el desarrollo, tesis que lleva a los analistas perezosos a proponer como solución lógica (ilógica en mi parecer), que el Tolima mejore los servicios públicos esenciales, construya infraestructura y otorgue ventajas tributarias para atraer inversión externa y así crear empleo. Con este viejo embuste justifican éticamente la codicia neoliberal, las privatizaciones y el blablablá promesero y nos impiden reconocer que sólo la pujante economía endógena genera progreso y que sólo el progreso genera empleo. 

Ésta lógica relativa, elusiva, irreflexiva e ingenua de algún modo, persiste y crece con el paso del tiempo porque no se hacen análisis concienzudos de las potencialidades y los valores de la endogeneidad para generar desarrollo y que son, entre otros: ahorro interno, formación de capital y riqueza en general, redistribución del ingreso público y, sin duda, ideas políticas como autonomía y autosufiencia. Así los “teóricos” lo desestimen, sépase que lo endógeno entraña fuerzas impensadas para crear un clima intelectual, moral y ético que dé sentido y congruencia a cada acción que se acometa con el fin de escribir la nueva historia del Tolima.

Mientras no se conozca el potencial de fuerzas motoras que subyace en la voluntad humana asociada en un contexto territorial, no aflorarán los intrínsecos valores culturales y políticos de la identidad para afirman el espíritu protagónico y emprendedor en lo económico, social y político, permitiendo así, de hecho, la grave práctica de confiar a circunstancias o agentes externos la gestión del desarrollo y, por efecto, a frustrar o impedir que haga carrera la tesis del futuro como construcción que atañe únicamente a los tolimenses y no a terceros. Así es como muchos esquivan su responsabilidad social sin perder las prebendas políticas.

La lógica pilatesca lleva a mucho líder social, económico y político a eludir sistemáticamente el deber personal e institucional de construir progreso y a justificar esa elusión, decía atrás, con la concesión incondicional de nuestros recursos y oportunidades al centralismo político- gubernamental y a la plutocracia nacional y transnacional. Nadie podría negar que llevamos decenas de años oyendo bulla sobre el desarrollo sin ver el desarrollo y aun así persistimos en el refrito discurso desarrollista y nos negamos a valorar la tesis endogenista. Continúa…

Alberto Bejarano Ávila

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