La tapa del cóngolo

Alberto Bejarano Ávila

Un titular de END de abril 21 señalaba: “El partido Liberal en el Tolima apoyará candidato al Senado de otro departamento”. La insólita noticia rezaba además que, “ante la pérdida de fuerza electoral en el Departamento, la colectividad no presentará un aspirante de origen tolimense y apoyará a un candidato único en coalición con grupos del Quindío, Risaralda y Caldas. Como el tema no era de poca monta para una región sin horizonte, esperé unos días para conocer la reacción de los conspicuos analistas preocupados por el futuro tolimense y, lo esperaba, el desatinado anuncio liberal pasó desapercibido, tal vez porque en una región donde casi toda anormalidad parece normal, el entreguismo político parece genialidad.
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Quien intente entender por qué el Tolima no para cabeza, seguramente verá en esta noticia que, en aquello del peso político como soporte del margen de maniobra para avanzar hacia el progreso y en argot boxístico, el Tolima figura en el ranking nacional como “peso paja”, y muy lejos de ser “peso pesado”. El desarrollo regional es asunto básicamente político y, por ello, el Tolima seguirá reculando mientras la política tolimense sea un tenderete en ruinas donde, con “moneda clientelista”, se compran votos para subastarlos luego, como baratija comercial, en toda la geografía nacional y así obtener beneficios ilegítimos.

En verdad el obrar de los “políticos” irrita menos (al fin y al cabo, ese es su estado natural) que el obrar de algunos analistas y estrategas del desarrollo que, en el Tolima, “le sacan el bulto” a un asunto tan crucial como es la política, sabiendo que, como estoy seguro ellos lo saben, allí está tal vez el mayor obstáculo para el reencuentro de los tolimenses en la tarea de forjar juntos la ventura que merecen los nuestros. Señores analistas, imaginar un Tolima grande exige creer que debe fuerte y sabio políticamente y, si así no es, entonces “no vamos pa’ ningún Pereira”, o sólo irán quienes indebidamente negocian la democracia de su tierra.

Si, ante la tesis de que el Tolima tiene que reconstruirse moral, económica y políticamente, alguien preguntara qué es primero, y siendo difícil de priorizar, yo diría que políticamente, pues sería la única forma de alcanzar una decente y eficaz gestión pública y un peso político que obligue al país a mirar con respecto hacia el Tolima. Es grave que los dirigentes políticos no entiendan lo elemental de éstas premisas y más grave aún es que no existan escenarios dónde sustentar perspectivas y propuestas disruptivas para impulsar el desarrollo regional a partir una bien pensada correlación moral, política y económica.

Claro que existen alternativas, como federalizar los partidos, exigir proyectos políticos a los políticos, crear un partido regionalista y ello sería posible si se entiende que la realidad sólo se trasforma construyendo otra realidad y no teorizando. Si un senador obtuvo personería jurídica para afirmar su aspiración a la presidencia, entonces ¿por qué los líderes orgánicos no pueden obtener personería para un colectivo regionalista que aspire a redimir al Tolima?

ALBERTO BEJARANO ÀVILA

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