Acuerdos y desacuerdos, una tensión superable

Alberto Bejarano Ávila

Caminar hacia un futuro próspero y solidario del Tolima requiere de una cultura fundada en serios y legítimos conceptos de desarrollo regional, pues de esa conceptualización procede la pertinencia de las acciones a emprender para lograr ese desarrollo.
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Ahora que irrumpe la dinámica de cara a las próximas elecciones nacionales, dinámica animada por cálculos para las elecciones regionales, me he atrevido, desde mi perspectiva ideológica, a valorar las tesis que se plantean y en verdad, hasta hoy, sólo escucho un bochinche de verdades a medias y ambigüedades, en nada diferenciadas de lo oído en tantos años de sufrir la politiquería.

He recibido algunas invitaciones para que me sume a iniciativas electorales y, claro está, en esos diálogos cordiales y respetuosos, he fijado mi posición progresista para las elecciones de congreso y presidente y, aunque propia de solitaria golondrina veranera, he expuesto mi decepción porque aún no exista un proyecto regionalista que entronque nuestra visión del futuro con la política nacional y a cambio sí, amparados en la elección nacional, los teloneros empiecen a promocionar viejos caciquismos y mentalidades para las elecciones regionales, un absurdo que pronostica para el Tolima más de lo mismo, por lo menos hasta el año 2027.

Los argumentos que plantean los tolimenses progresistas apuntan a la macroeconomía y la macro política, ej. la lucha contra el neoliberalismo, las desigualdades, la reforma tributaria, el desplazamiento, la corrupción política, el gobierno inepto y parcializado hacia los grandes poderes, las reformas estructurales, etc. y claro, esos argumentos son irrefutables y por ello pareciera que hay bases ideológicas para un acuerdo regional, parecer que es falso, porque no oímos ideas sobre microeconomía y micro política (para llamar de algún modo la política y la economía regional), ideas que son imprescindibles para hablar de un acuerdo tolimense.

El planteamiento central que suelo esgrimir frente a los fortuitos contertulios políticos (así pierda el tiempo) es que es cándido, que es inconveniente, que se aúpa el centralismo y que se aguijonea el espíritu gregario, si participamos en la política nacional sin tener un proyecto político consensuado para el desarrollo del Tolima y un enfoque estratégico para construirlo y que, por ello, no confundiré las coincidencias en las posiciones nacionales con los acuerdos para superar el atraso regional. Una cosa es compartir anhelos nacionales y otra prestarse para cohonestar que el futuro tolimense sea una mísera repetición del pasado entronizando caudillismos autócratas, egocéntricos y sin ideas que empequeñecen y arruinan al Tolima.

En la micro política y la microeconomía (política y economía regional) es donde empieza el cambio y donde nuestro margen de maniobra para originar ese cambio es real y podría ser efectivo, siempre y cuando logremos acuerdos de índole regionalista. Otro asunto es asociar la idea de participación y cambio a lo nacional sin ningún acuerdo sobre lo regional y ello es una grave pifia que sólo atiza farsas y vaguedades que debilitan y dividen a los tolimenses.

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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