Con cara ganamos nosotros, con sello pierden ustedes

Alberto Bejarano Ávila

Más agria que dulce es la conclusión a la que llego luego de pensar mi voto para las próximas contiendas electorales. Intentaré explicar mi agridulce o paradójica deducción diciendo que votaré para Presidente confiado en ganar para que Colombia cambie, pero sabiendo que el Tolima perderá y todo seguirá igual o peor, pues, eso creo, nuestra renuencia a admitir que las soluciones a los males del Tolima están adentro y no afuera desfigura el sentido político del desarrollo y es por ello que caciques retrógrados pueden declararse líderes progresistas y usando su inmoral regla de juego, “con cara ganamos nosotros, con sello pierden ustedes” se arrogan la vocería en lo presidencial y, de forma autócrata, ungen candidatos al congreso.
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La imposibilidad de que el Tolima gane en las próximas elecciones estriba en que no existen, lineamientos ideológicos, programáticos y estratégicos regionales que, por su peso político, obliguen respeto y aceptación de los intereses políticos nacionales y, así entonces, el único conector que existe entre política regional y política nacional está viciado de politiqueria y talante autoritario y antidemocrático y por ello es de esperar que, aunque elijamos al mejor presidente de la historia, el ganador en el Tolima será el caciquismo hegemónico cuyo único logro, en más de cuarenta años, ha sido imponer uno que otro congresista anodino y hundir al Tolima en la injusticia social, la ruina ambiental, el atraso económico y la levedad política.

¿Por qué ocurre tal sinrazón? La realidad es que los tolimenses conscientes de que el Tolima va por mal camino, no logramos ponernos de acuerdo para crear una organización política tolimensista (regionalista) que, con visión de progreso seria y posible y líderes demócratas, logren copar los espacios electorales en el Tolima y la nación, espacios hoy ocupados por el politiqueo que tanto daño hace al Tolima y que ejerce de vocero frente a la política nacional para así impedir que lo bueno del país llegue al Tolima y para sumarse al desmadre político que entronizó la desigualdad haciendo de Colombia el país más corrupto del mundo.

Si esta es verdad inobjetable que se dice en la calle y en tertulias, ¿entonces por qué, pese a saberla, siempre caemos en el insano frenesí electoralista? En lo personal pienso que la razón radica en la inexistencia de una informada corriente de pensamiento tolimensista, de pensadores orgánicos, de educación para el desarrollo regional, de organizaciones políticas democráticas, con visión de desarrollo, con líderes honestos moral e intelectualmente y, sin duda, unas veces por “oír cantos de sirena” y otras porque somos “sirenas que cantamos” para que los tolimenses crédulos extravíen las rutas que conducen al desarrollo.

Más que la culpa directa es la omisión la causante del extravío, pues los culpables están en lo suyo, algo sabido, mientras que omisivos son los impasibles ante el gamonalato autócrata que disfrazado de progresista impone candidatos comodines para asegurar su vigencia. Sólo cuando el tolimensismo sea un sincero hecho político, el Tolima empezará a cambiar.

ALBERTO BEJARANO ÀVILA

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