Liderazgo, liderato y transformación

Alberto Bejarano Ávila

Asiduamente opino sobre cómo encarar el frustrado progreso tolimense, opinión que en lo esencial se desmarca del lineamiento estratégico que, desde siempre, proponen los líderes sociales, económicos y políticos y los gobernantes para despertar esperanzas vanas, porque resultado demostrable nunca vemos. Ahora y tal vez por haber actuado hace varios años en “primera línea” de construcciones de singular relevancia estratégica para el Tolima, algunos amigos y conocidos, en tono cordial (no falta el regañón), suelen invitarme a liderar las ideas que planteo y que, en síntesis, se fundan en que las estrategias del desarrollo emanan de la lectura sociológico-territorial para fraguar crecimiento económico con inclusión social y no de la lectura economicista para generar empleo temporal de mala calidad y otros paliativos.
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Por respeto a la confianza dispensada por tan generosas personas creí necesario responder con una reflexión personal sobre la naturaleza del liderazgo y el liderato que pueden llevar al Tolima hacia su transformación. Pero antes expreso, como razones para declinar tan gentil llamado, mi creencia en que personificar lideratos sin organización política, amplía el círculo vicioso del gamonalismo, que es la antípoda del liderazgo colectivo, la inteligencia y la ética y, además, que debo acatar la ley del tiempo que impone mesura a quienes rondan el octavo escalón y logran prorrogar su ingreso al club de los avejentados mentales para poder opinar con pensamiento crítico y en oposición a los arcaicos paradigmas que nos atan al pasado.

Pienso que los caudillos más connotados de la historia de las hoy sociedades desarrolladas ni fueron mesías o iluminados ni cayeron en egocentrismos enfermizos. Casi todos ellos, así lo creo, fueron ejemplo de estadistas que entendieron que “el buen líder se rodea de gentes de primera y el mal líder ser rodea de gentes de tercera” y por ello, más que por genialidad personal, lograron ingresar a las páginas de la historia porque forjaron liderazgo colectivo y de ahí la importancia del enfoque sociológico para entender cuál es hoy el liderato político que exige el Tolima para que grandes fuerzas sociales puedan converger hacia su desarrollo.

Como no soy quien, para entrar en honduras teóricas, sólo recomiendo hacer una academia en verdad tolimensista que informe nuestro pensamiento político y por ello sugiero que los académicos exploren el liderazgo político desde un enfoque sociológico-territorial y no sólo desde lo pasional, histórico y conveniente y para ello invito a examinar el “constructivismo estructuralista” de Pierre Bourdieu que dicta derroteros de sociología política que él amplió, “en cercana relación con las grandes preguntas políticas que sacuden a la sociedad francesa desde 1950” y que hoy explicarían por qué confundimos la política con la politiquería.

Abrevio: si el líder entiende lo complejo del desarrollo podrá avivar lo que llamo liderazgo o fuerzas convergentes hacia el mismo fin. Por ello fundar un colectivo político tolimensista y más ideas, no busca hacer otro tipo de politiquería sino reconstruir la política desde abajo.

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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