2022, Tiempo de plenitudes

Alberto Bejarano Ávila

Hoy me sumo a los sinceros deseos para que el año 2022 esté lleno de ventura y prosperidad para los tolimenses. Por creerlo oportuno sumaré a mis deseos una opinión acerca de cómo “alinear los astros” para que el tiempo de plenitudes se aproxime al Tolima y, lo esencial a decir es que la felicidad y el progreso no se espera, la tenemos que construir los tolimenses y que ello exige memoria, conciencia crítica y diálogo para entender por qué la historia ha sido mezquina con el Tolima y cómo construir una historia prospera; así permearíamos de racionalidad al sensible espíritu  de año nuevo para que la transformación del Tolima también ocupe destacado lugar en los listados de propósitos para 2022.
PUBLICIDAD

En tiempo de esperanza el deseo de prosperidad debe ser generosamente extensivo a todas las familias tolimenses y por ello evoco una frase: “la mejor noche buena será aquella donde nadie se acueste sin comer”; un deseo imposible mientras existan causas y “mulas muertas” que impiden solucionar los graves, crónicos y crecientes problemas, y de ahí la indiscutible urgencia del cambio. Pero esta premisa es vaporosa, porque cambiar para bien a Colombia, lo reitero, no significa cambiar para bien al Tolima y por tanto el desafío del cambio para los tolimenses tiene dos frentes de trabajo, el nacional y el regional y cada uno de esos frentes, para que sea exitoso, exige equipamiento estratégico diferenciado.

Ahora que los políticos en el poder intentan convencernos de “los grandes avances del país” y quienes aspiran al poder desvarían con soluciones para todos los problemas, lo mejor que podríamos hacer los tolimenses, para iniciar el cambio, sería dudar del vaivén de opiniones, silencios y justificaciones y aceptar al unísono que las cosas en Colombia no andan bien en materia de desigualdad, pobreza, hambre, miseria, desempleo y muchos otros problemas y que el Tolima es una región preocupante, por su atraso, por la emigración, porque ya somos enclave económico y más reveses que facilitan predecir que, si no revertimos las tendencias el tiempo de plenitudes para los tolimenses siempre será inalcanzable.

Si el “progreso nacional” se ha logrado a costa del atraso de muchas regiones, entonces el cambio nacional debe armonizar con el cambio tolimense y para ello tenemos la pertinencia de las ideas, la fuerza de las palabras y la eficacia del voto, pero, aun así nada sucederá si, a su vez, no se construye en el Tolima una visión estratégica autonómica y otro modelo social, económico y ambiental, que, seré franco, tampoco servirá si no surge una realidad política basada en identidad, democracia y unidad regional por encima de la diversidad nacional.

Deseo que la voluntad compartida haga del 2022 el año inicio del viaje hacia la prosperidad que merecemos los tolimenses y para ello, así lo juzgo, deberíamos saber que una cuestión es cambiar al país y otra al Tolima. De ello quizás podamos dialogar después de elecciones, pues ahora “la política tolimense” usurpó la causa del cambio sin saber cómo hacerlo.

 

Alberto Bejarano Ávila

Comentarios