Irreverente desacuerdo 

Alberto Bejarano Ávila

Char en el Atlántico y los ‘charitos’ del Tolima, ‘estrellas’ de la vida pública que no debaten, no ven realidades, no escuchan el lacerado sentir popular y de ahí su torpeza para proponer ideas cardinales para transformar al país y al Tolima, torpeza que contrasta con su destreza blandiendo argumentos reformistas para confundir los anhelos de transformación y desviar la opinión. Verdad es que “su dinero” es cántaro de “su sabiduría”, “fuerza de sus razones” y eficaz “instrumento estratégico” para comprar voluntades, hundir el espíritu comunitario y mantener en el ostracismo a quienes piensan distinto y, mientras a ésta inequívoca verdad le sigamos dando la espalda, Colombia y el Tolima no saldrán del atolladero.
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Respecto al Tolima y, como es de esperar, en las próximas elecciones ganará el caudillismo electoralista porque, si bien “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, cierto es que, por interés o ignorancia, hoy se hace apología a motivaciones, razones y conductas que han sido funestas y seguirán siéndolo, pues neutralizan el intrínseco vínculo de las ideas progresistas con la política. Al caudillo “le resbala” la indignación que despierta su conducta, pues sabe que esa indignación es vergonzante e inocua porque también está contagiada de personalismos, levedades y ortodoxias teóricas que impiden que conversemos y acordemos cómo construir una fuerza política alternativa que, imbuida de ideas regionalistas y espíritu democrático, esté dispuesta a recuperar la institucionalidad pública para ponerla al servicio del progreso y el bienestar de todos los tolimenses. 

El tolimense sensato e independiente bien sabe cuál es “el palo en la rueda” que paraliza al Tolima y, tendría que saber también que, a ese estorbo, no puede combatírsele únicamente con crítica, apatía, simple opinión refrita y generalizada o ese maniqueísmo que lleva a creer que el asunto es de buenos y malos y así justificar la “ventolera” electoral que, aun eligiendo gente honesta y bienintencionada, nada de fondo remediará en el Tolima (lo hemos visto), pues no estamos incursionando en una dimensión política que permita romper egolatrías, rancias ataduras mentales o paradigmáticas y delirios de sabiduría y eficiencia para empezar la reconstrucción espiritual, ética, cultural y económica del Tolima.

“Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir”; este aforismo de Quevedo “cae como anillo al dedo” para irritar “políticos” y decir que votaré para Congreso, pero sin olvidar que en toda la era republicana tuvimos Congreso incapaz (véanse los indicadores sociales) y por ello mi irreverente desacuerdo en que el Congreso sea instancia motora de prosperidad. Por lo dicho insto desde ya (optimista que soy) a ganadores y perdedores en marzo, en mayoría gente valiosa, pero ahora autista por el embrujo electoral, a que después de elecciones me inviten, como hoy me invitan a votar, a plantear visiones y soluciones, pues es irresponsable seguir con una narrativa política de tan bajo nivel, endiosando personajes y sin saber, como alguien lo dijera, que “la tradición es el traspaso del fuego y no la adoración de las cenizas”.

Alberto Bejarano Ávila

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