Frente al tarjetón electoral

Alberto Bejarano Ávila

A horas de marcar mi voto para elegir a Gustavo Petro como Presidente, quiero disculparme con las escasas centenas de personas (algunos con ideas opuestas a la mías, pero casi todos mis amigos) que en grupos o privadamente figuran como contactos en mis dispositivos, por el agobio causado con mis opiniones y reenvíos atinentes al proceso electoral.
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Como excusa permítanme decir que siempre pensé que Colombia tenía que cambiar para que aflorara la modernidad con justicia social, que siempre ayude a luchar por un cambio que solo hoy veo cerca y que, así pueda votar en futuras elecciones presidenciales, sin duda sé que ésta es la última en la que votaré el cambio con posibilidad de triunfar, pues, si así no fuese, pasarán muchos años, más de los que aún me correspondan, para que esa posibilidad se repita.

Con la venia del lector, podría aludir, como ejemplo para entender la historia que fue y que pudo no ser, los cambios liderados por los grandes de la historia universal, pero en razón al poco espacio, solo evoco al “insurrecto o guerrillero” llamado Simón Bolívar, que, de haber sido derrotado por realistas y criollos entreguistas (nunca han faltado), habría sido fusilado y la independencia de Colombia y otras naciones latinoamericanas, se habría retrasado al menos un siglo más. Con éste hipotético ejemplo digo que los colombianos, para prosperar, tenemos que votar con sentido histórico para quebrar el rancio sincretismo de feudalismo (caciquismo), coloniaje (racismo, saqueo y alienación cultural), autocracia (poder ilegitimo), monarquía (clasismo) y narcisismo (egocentrismo).

En pocas horas tendremos a mano el tarjetón electoral y mi modesta y respetuosa opinión es que, antes de poner la equis, pensemos si nuestros hijos y los hijos de nuestros familiares y conocidos tienen empleo digno y estable o se “rebuscan la vida”; si tuvieron que emigrar o gozan de oportunidades en su tierra; si todos los niños están bien alimentados o muchos mueren por desnutrición; si la educación y la salud son precarias o es lo que merecemos; si los servicios públicos tienen costos razonables y son leoninos; si la gestión pública es motor de progreso o de corrupción; si el campesino vive bien y ayuda a la seguridad alimentaria o es olvidada víctima de los TLC; si los líderes sociales animan el progreso comunitario o están siendo asesinados; si la riqueza cumple su función social o se concentra en pocas manos.

Votaré para que vivamos sabroso, no para eternizar la injustica social y por ello seré sensato, pues votando me haré responsable de cuanto ocurra en el futuro y claro, no votaré por odio porque deshonraría mi espíritu y caería en la bajeza del entreguismo y la insolidaridad con los míos. Desoír la fuerza de la razón por escuchar cantos de sirena de un sistema insensible y corrupto es encubrir las causas del subdesarrollo y la inequidad social y oponerse, porque sí, a que un genuino estadista como Gustavo Petro lidere los grandes e innegables cambios que necesitamos y merecemos la inmensa mayoría de colombianos.

 

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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