Sobre la reconciliación tolimense

Alberto Bejarano Ávila

¿Cómo debe ser la política tolimense y cómo es en verdad? Reflexionar e intentar alcanzar un acuerdo sobre ésta cuestión es insalvable exigencia para reconciliarnos como tolimenses y así iniciar juntos la redención histórica del Tolima. Creo que no será difícil coincidir en que política son ideales; principios y valores éticos y democráticos; solidaridad y responsabilidad social; utopía; visión colectiva del futuro; pertinencia programática; objetivos, estrategias y planes para cambiar la realidad y más rasgos de inteligencia, humanismo y modernidad que algunos tildan de románticos. Tampoco será difícil coincidir en que, como ruinoso contraste, la política tolimense es un primitivo mercadillo electorero de ínfulas e intereses personales que, tiznados de colores partidistas, impiden el ejercicio de la auténtica política.
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La reconciliación entre tolimenses que nos permita unirnos para comenzar la redención del Tolima supone reconocer tan discordante enfoque para así no excluir a ningún actor político (“animales políticos” somos todos) y también supone la creación formal del progresismo en el Tolima como fundamento de unidad para trasformar, siempre y cuando no sea permeado por el decadente y nocivo partidismo nacional (en algún momento se habló del Tolima como causa común, finalidad que abortó en la elección legislativa de marzo). Pero la reconciliación no es un beneplácito de la ingenuidad a la astucia y la picardía y por ello la única prueba de arrepentimiento, propósito de enmienda y reparación de quienes pervirtieron la política (más romanticismo) es aceptar la justeza de las razones históricas del progresismo regional y hacerse a un lado para que nuevos liderazgos, probos e idóneos, se ocupen del desarrollo.

También es crucial que los líderes progresistas sepan que el futuro del Tolima no se basa en elegir a un fulano como alcalde o gobernador, pues es todo el esquema ideológico-político el que debemos reconstruir y ello implica que primero tenemos que acordar la hoja de ruta del desarrollo tolimense, acordar los centros de decisión de candidaturas y otros asuntos capitales y, luego si, ocuparnos en cómo elegir 47 alcaldes, Gobernador, Asamblea y cientos de concejales. Ésta es la única manera de construir legítimo liderazgo progresista tolimense, porque, de no ser así, jamás exorcizaremos el hechizo caudillista y, cuando más, aparecerían otras caras que pronto irían enfermándose de intrascendencia, egolatrías y malas mañas.

Bajo la premisa de que no es el partidismo sino la territorialidad la que aporta esa identidad que nos uniría para iniciar juntos la reconstrucciòn del Tolima, también hago cordial llamado a la izquierda, (concepto que podría redefinirse para amistarlo con el progresismo) para que le merme a la ortodoxia y así permita que el alma progresista acoja la diversidad ideológica, cultural, étnica, empresarial, etc., pues lo diverso es ineludible cimiento de la complejidad sistémica de un desarrollo que supone equilibrio entre el interés social y privado. Igual invito a los egocéntricos a bajarse de sus nubes y sumarse al alma colectiva, así obtendrán acogida como líderes orgánicos y por ende votos conscientes y no por interés o mero amiguismo.

 

ALBERTO BEJARANO ÀVILA

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