Intelectualidad y política

Alberto Bejarano Ávila

En el Tolima se nota el contraste entre el lúcido y sustancial análisis crítico y propositivo de sus pensadores respecto a distintas cuestiones nacionales y la sequía de análisis y propuesta sobre el hoy y el mañana de nuestra regiòn.
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Salvo la crítica casual, urgida por afán electoral, realmente es poca la reflexión, el diagnóstico y la propuesta seminal para redimir al Tolima. Igual se aprecia escaso interés en el debate continuo sobre los graves problemas del Tolima y, obviamente, sobre causas, talanqueras y soluciones y, por ello, la estadística, la promesa electoral y los anuncios gubernamentales, al carecer de evaluación y exigencia de resultado, se convierten en paisaje cotidiano y así nuestros días trascurren en populismos, demagogias e insignificancias.

En mi parecer, que incomodará y no merecerá siquiera refutación, buena parte de nuestros pensadores no reconocen los 24 mil K2 del Tolima como territorio objeto de desarrollo y por tanto como centro vital de diagnóstico crítico, de propuesta y de evaluación y el efecto que esa omisión produce asemeja al defecto de quien mete la basura debajo de la alfombra para eludir la limpieza de sus entornos. Concluyo mi parecer advirtiendo que mientras nuestros analistas no asuman lo regional con igual entusiasmo y lucidez conque asumen lo nacional, en el Tolima continuará siendo palmario aquel axioma de Carlo Cattaneo: “los pueblos que se hacen pequeños en su pensamiento se hacen débiles es sus obras”.

Sustento lo dicho anotando que, en la dinámica electoral de cara al 2023, unos candidatos a alcaldías, gobernación, concejos y asamblea ya se ubican en el “partidor” y otros aguardan su momento. El quid es si también ya nuestra intelectualidad analiza sobre qué modelo de democracia ocurrirá esa dinámica, si sobre la misma que postró al Tolima o si tenemos o se propone algún cambio relevante que muestre evolución en la política tolimense. En verdad nuestros pensadores esquivan prioridades y la campaña hacia el 2023 se dará bajo el mismo modelo, forma y racionalidad de hace varias décadas y por ende la “camada” de cabildantes y gobernantes serán los mismos o serán clones de los salientes y el Tolima seguirá reculando porque su estructura de pensamiento se anquilosó.

Una extrapolación revela que unos cinco mil candidatos disputarán unas seiscientas curules “honoríficas”, pero tales candidatos son “un salvaje archipiélago de voluntades e intereses” (puestos, imagen, poder efímero o dinero para su bolsa). Cada quien querrá lo suyo porque, no siendo orgánicos, por un aval adhieren a partidos que no representan ideas regionalistas, principios e ideales, pero si arruinan la tolimensidad. ¿Si la política no trasformará al Tolima, entonces para qué la política?

Si unos candidatos fuesen realmente regionalistas podría crearse un movimiento o partido para redimir al Tolima, opción que debe sopesarse sin pereza si queremos cambio real. Agua potable y más servicios públicos, malla vial, vías terciarias, pulcro manejo del erario, cultura, cobertura y calidad educativa, medio ambiente sostenible, pleno empleo, competitividad, dinámica empresarial, respeto, etc., solo se lograrán si reinventamos la política.

 

ALBERTO BEJARANO ÀVILA

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