No existe historia tolimense (I)

Alberto Bejarano Ávila

Decía en artículo anterior que no existe una historia tolimense porque en nuestros casi cinco siglos no hemos sido protagonistas, solo hemos contemplado pasivamente la formación de nuestras estructuras sociales por fuerzas externas, es decir, observamos los cambios, pero no los causamos y de ahí el atraso y no el desarrollo. Por amigables disensos sobre la historia tolimense y por ser cuestión crucial para comprender al Tolima, en pocas cuartillas intentaré plantear mi opinión, pues si bien historiadores, antropólogos y arqueólogos relatan sucesos acaecidos desde tiempos precolombinos, nunca hemos juzgado si el “orden” social, político, económico y ambiental del Tolima de hoy es construcción, deconstrucción o accidente y por tanto si los tolimenses fuimos y somos históricos o ahistóricos.
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Vivencias y lecturas de lo acá ocurrido en los últimos setenta años me hacen escéptico sobre el futuro del Tolima, escepticismo que podría mutar a optimismo si en el Tolima se decidiera hacer una lectura crítica de la cronología del ayer para entender el porqué del presente y el cómo no reeditar más el pasado y así empezar a cambiar nuestra historia. “Nuestro destino nunca es un lugar, es una nueva forma de ver las cosas”, señaló Henry Miller, y en la historia nuestra forma de ver las cosas se ha caracterizado por el “dejen hacer y dejen pasar” porque no obramos como sujetos históricos y así permitimos que nuestra realidad se moldeara con imposiciones externas y que la decadencia moral y ética se hiciera costumbre.

Con una aleatoria y apretada sucesión de ejemplos intentaré explicar la diferencia entre la construcción histórica y la historia como hecho inercial en la ya larga vida tolimense. Inicio con la política y señalo que nuestra concepción, nuestro “modelo” y nuestra praxis política se fraguaron a costa de sangre e insolidaridad porque nuestros padres y abuelos se mataron u odiaron por trapos azules o rojos que no se enastaron en el Tolima y porque, si aún aquello de región hoy no se entiende, en los años cincuenta del siglo XX menos podía comprenderse que la tolimense era una sociedad concreta que, unida, podría construir su propio destino.

Esa violencia se “venció” con el Frente Nacional a finales de los cincuenta (dizque para abolir la dictadura) y aquel acuerdo, donde el Tolima pocas velas tuvo, nos heredó, no fue creada por nosotros, la repartija burocrática que degeneró en ese clientelismo y gamonalismo tan enraizado en el Tolima. Antes del FN algunos dirigentes enorgullecían al Tolima (Echandía y otros) porque fueron líderes históricos, pero de los ochenta para acá, nuestra política causa vergüenzas ante el país y todo porque, ya en el siglo XXI, hasta “alternativos” y éticos, por no entender que el cambio empieza por concebir un modelo político para el Tolima, utilizan la venal, insulsa y centralista “política” para alcanzar sus personales ambiciones electorales.

Para que el Tolima escriba su propia historia sus lideres políticos deben ser históricos y ello empezaría por acordar un proyecto político para reconstruir al Tolima. Continua…

¡Hagamos región y apoyemos lo nuestro!

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ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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