Apreciación poselectoral

Los elegidos cargos político-gubernamentales en la pasada elección pronto se posesionaran y, desde ese momento, procede calificar sus desempeños, examen que desde ya auguro será calco de los que vienen haciéndose desde hace muchos años, porque sean quienes sean los elegidos (no personalizo porque no soy quién para juzgar la valía intrínseca de nadie), llegan a gestionar lo público con la misma caduca y pequeña “racionalidad política” que titiritea la vida tolimense desde hace más de ocho lustros. Y esto sucederá también en 2027, si los auto denominados alternativos eluden el examen autocritico para esclarecer el por qué, en estas elecciones, tampoco germinó una propuesta disruptiva basada en el liderazgo colectivo y en una simbiótica y ética visión del futuro, requisitos esenciales para forjar una elevada cultura política que nos convoque y cohesione para iniciar la reconstrucción del Tolima.

YO, GOBERNADOR (III)

En esta entrega de la sucinta presentación del plan de gobierno para el periodo 2024-2027 de mi hipotética o fantasiosa gobernación señalo que, además de lo planteado en anteriores entregas y, faltando mucho por decir, la Secretaría de la Unidad Tolimense, apoyada en otras secretarías, la Cancillería y organizaciones sociales del Tolima, elaborará una caracterización sociológica del tolimensismo en el mundo y trazará un plan para atraer la diáspora a nuestro día a día, dando pautas para crear asociaciones de tolimenses en varios sitios del mundo y así asociar, a la visión de futuro del “Tolima tangible”, afectos, saberes y potencialidades del “Tolima virtual”. De tal forma se forjaría el nuevo Tolima con participación (es extrapolación) de tres millones de tolimenses unidos para construir historia.

Yo, gobernador (III)

En esta entrega de la sucinta presentación del plan de gobierno para el periodo 2024-2027 de mi hipotética o fantasiosa Gobernación señalo que, además de lo planteado en anteriores entregas y, faltando mucho por decir, la Secretaría de la Unidad Tolimense, apoyada en otras secretarías, la Cancillería y organizaciones sociales del Tolima, elaborará una caracterización sociológica del tolimensismo en el mundo y trazará un plan para atraer la diáspora a nuestro día a día, dando pautas para crear asociaciones de tolimenses en varios sitios del mundo y así asociar, a la visión de futuro del “Tolima tangible”, afectos, saberes y potencialidades del “Tolima virtual”.

Yo, Gobernador (II)

Sigo delirando y digo que, como gobernador, invitaré a universidades, Sena y entes técnicos a instituir una mesa permanente que apoye y establezca trazabilidad a emprendimientos de distinto orden y así lograr que el aparato científico-educativo salga de sus muros y su silencio y ejerza rol protagónico en la vida regional como vocero y guía en la aplicación de las ciencias sociales, económicas y tecnológicas a la gestión pública, privada y asociativa y, así, estimular las sinergias del desarrollo.

Yo, Gobernador (I)

Animado por “tanta sapiencia, agudeza, compromiso y espíritu transformador observado en la actual campaña electoral”, creí oportuno hacer un alto en mi juicio crítico para fantasear que había sido elegido gobernador para el periodo 2024-2027, por arte de birlibirloque claro está, porque la legítima política no existe y por urdimbres politiqueros sería vergonzoso. Una vez designado el 29 de octubre y con “la papa caliente en la mano”, tenía que pensar el qué hacer a partir de enero del 24 y, en efecto, ordené una línea de trabajo que quiero compartir con los amables lectores, advirtiendo que omito asuntos de rutina, que la redacción del plan de gobierno se traza más desde un enfoque cualitativo que funcional y que el “no se puede” no será opción para esquivar las luchas propias de un proceso de trasformación tolimense.

El tamaño de los sueños

Por aquellos aciagos días vividos por los armeritas y todos los tolimenses oí, de un autor que ahora no recuerdo, esta vivificante frase, “las tragedias no enseñan a sufrir sino a superarse”, frase citada en un editorial de la revista “Signos y Hechos” y que luego alguien reprodujo en el dintel del derruido hospital de Armero.

Clanes y redentores

¿Si no es en tiempo electoral, entonces cuándo conviene hacer crítica política? Para empezar otra lectura crítica bajo la perspectiva regionalista, debo porfiar en que, para los tolimenses, el fin intrínseco de la política es transformar el territorio, es decir, superar la premodernidad con sus visos feudalistas de hegemonías y pobrezas de toda índole y alcanzar la modernidad, entendida como era signada por la sostenibilidad del progreso, la equidad social y la calidad medioambiental (ello engloba todo cuanto desglosa la pequeña política para convertirlo en cliché electoral, maña contraria a la integradora y sistémica visión política del territorio). Así entonces, hasta ahora, y parece que hasta 2027, la transformación tolimense ha sido y será el fracaso de una torpe mentalidad y por tanto fracaso de los prosélitos de esa mentalidad.

Talentos y sueños arrodillados

De muchas definiciones de desarrollo acojo, resumo y sugiero para el Tolima, como territorio a reconstruir, aquella bosquejada desde seis principios: “capacidad productiva cercana a su potencial; sostenibilidad productiva; redistribución del ingreso; conciencia medioambiental; evolución del capital humano; orden social”. También resumo y, al Tolima sugiero, asumir la definición de política trazada en tres principios: “arte, doctrina u opinión sobre el gobierno; actividad de quienes rigen o aspiran a regir las cuestiones públicas; actividad del ciudadano cuando participa en asuntos públicos con sus ideas, con su voto, o de cualquier otra manera” Estas definiciones, teóricamente elementales, seguramente todos las conocen y entienden y por ello extraña que el sincretismo de esos principios no guie nuestro andar hacia el futuro.

¿Pa’ dónde va Vicente?

Parece que esta vez tampoco fue posible lograr una coincidencia y convergencia política que pudiera ocasionar un quiebre histórico en el Tolima y por tanto el cuatrienio 2024-2027 será igual y hasta peor porque, es evidente, las llamadas fuerzas vivas del Tolima aún no admiten que vivimos una era de decadencia que solo una profunda escisión detendría.