Para combatir la corrupción

Cuando pase esta atípica campaña para ‘renovar’ el Congreso y elegir presidente, quedará pendiente la reforma estructural del Estado y de la política, que por ahora no se planteó, pues lo único que hubo fue peleas internas, extrañas alianzas, sacadas fugaces de trapitos al sol, intercambio de camisetas, –no al final como en los partidos de fútbol, sino dentro del mismo– o como lo expresé en mi columna anterior, un espectáculo de ‘baile de máscaras’. 
Si viviera la inolvidable Fanny Mickey, pensaría que perdió el tiempo organizando festivales de teatro, pues hoy el gran escenario para el mismo es la política colombiana.

Reflexiones electorales

En las elecciones del 13 de marzo, básicamente para ‘renovar’ el Congreso y escoger candidato de los ‘partidos’ para la contienda presidencial de mayo, se pondrán en evidencia todas las distorsiones del sistema político colombiano: ausencia real de partidos políticos, personalización de la política, dispersión, desorientación ciudadana, reproducción de las castas políticas, nepotismo, dictadura de los avales y el derroche de dinero de algunas de las campañas al Congreso.

Cambios político sociales urgentes

Entre las muchas llagas que han salido a flote por las múltiples entrevistas de la ‘garganta profunda’, Aída Merlano, incluida desde luego, la organización para la compra de votos, que aparte de ser un delito grave implica pérdida de investidura para el elegido –así sea el presidente– y silla vacía para el partido que la haya avalado, está la de las cantidades de dinero que hay que ‘invertir’ para alcanzar una curul.

¿Ideología en la Corte Constitucional?

La Corte Constitucional, probablemente sin proponérselo, - por la naturaleza misma de los fallos que debe emitir- se convirtió en uno de los factores determinantes de la agenda política del país.  

La cantaleta anticorrupción

Hace ya muchos años, candidatos a la presidencia -como ahora- al Congreso, gobernaciones y alcaldías, han acudido al fácil expediente del “discurso anticorrupción”.

Seguridad, justicia y tolerancia

La terrible tragedia que envuelve a miembros de la comunidad Emberá debido a la muerte de una joven madre indígena embarazada y su hijo de apenas un año, causada por imprudencia en accidente de tránsito cerca a Bogotá; y, a la familia en Guasca del conductor de sesenta años, Hildebrando Rivera, salvajemente asesinado por la reacción de los indígenas, pone en evidencia la desatención del Estado frente a dos temas cuyo manejo se le ha salido de las manos: la protección integral de la población indígena y la intolerancia criminal por la inseguridad ciudadana. 

La educación es el camino: Dos ejemplos en el Tolima

Ojalá que en el tiempo que falta para que culmine esta larga y prematura campaña presidencial, las docenas de candidatos, o los que queden después del necesario proceso de depuración, entren al terreno real de la política, dejando de lado la pura mecánica electoral.

Voluntad popular y revocatoria del mandato

Con buena intención, la Constitución del 91 quiso ampliar la democracia puramente electoral a la participativa, con mecanismos como el cabildo abierto, las consultas populares, la constituyente como instrumento de cambios constitucionales, el referendo y la revocatoria del mandato, entre otros.

Liberalismo en el futuro

En este debate electoral y en medio del justificado desprestigio de los partidos, entre ellos el Liberal, un joven menor de cuarenta años puede pensar que esta colectividad no es otra cosa que una asociación de manzanillos, sin principios, sometida a la dictadura de una familia, empeñada en acomodarse a todos los gobiernos, y cada vez con menos peso específico en el escenario nacional. Sin embargo, es bueno que las generaciones nuevas conozcan que esa caricatura no es el liberalismo, que en momentos de nuestra historia ha jalonado los cambios más importantes en la Nación.

“Concertación” chilena y “coaliciones colombianas”

El triunfo de Gabriel Boric, joven de apenas treinta y cinco años, en representación de una izquierda que nada tiene que ver con la estereotipada de la lucha de clases, el estatismo, el partido único estatal -tipo Daniel Ortega-, la nacionalización de los recursos naturales, la banca única, las expropiaciones sin indemnización, la utilización de la justicia para golpear adversarios y, desde luego, con la supresión de las libertades públicas, incluida la de prensa, evoca de manera inevitable el triunfo de Allende, el golpe militar de Pinochet en 1973, y la política llamada de la concertación, que para salir de la dictadura, logró que durante más de tres periodos presidenciales, un proyecto político -y no de una persona o una familia- sacara adelante al país austral. En pleno auge de las dictaduras militares en la América Latina, Salvador Allende, sin ser un “outsider” logró en 1970, la hazaña de instaurar -por la vía de las urnas- un régimen socialista en un país de amplia cultura política como Chile.