Y el desempleo y la pobreza siguen

Y es que fórmulas mágicas para superar estas circunstancias socio-económicas no existen, dado que su etiología, como cualquier novel economista lo podría advertir, es estructural, puesto que, salvo la acción aislada de unas cuantas personas y en algunos momentos de nuestra historia.

Y es que fórmulas mágicas para superar estas circunstancias socio-económicas no existen, dado que su etiología, como cualquier novel economista lo podría advertir, es estructural, puesto que, salvo la acción aislada de unas cuantas personas y en algunos momentos de nuestra historia, -poco recordados por cierto-, en la región no se ha acopiado ahorro para invertirlo en creación de empresa, ni en la construcción de la necesaria infraestructura para apuntalar nuestro propio crecimiento, ni el Estado ha acometido por estas tierras, obras verdaderamente generadoras de prosperidad y desarrollo. 

Por lo demás, el tesón y el continuado esfuerzo personal no nos ha caracterizado hasta hoy como grupo humano, como si lo hace con los antioqueños, caldenses o boyacenses, entre otros, como lo evidencian nuestra escasa aplicación como colectividad a darle solución a nuestras carencias y el mucho tiempo que pasamos pendientes de las dádivas que de pronto lleguen a través del presupuesto oficial por gestión de nuestra “clase parlamentaria”. 

Y salvo alguna agricultura que inexplicadamente no hemos logrado convertir en agroindustria y la música, -ésta como expresión del espíritu y no encarada como industria-, no hemos definido una vocación que oriente nuestro futuro como sociedad.

De igual manera seguimos padeciendo la escasez de gerencia y liderazgo capaces de consolidar el saneamiento financiero, la prudencia en el gasto y la consciencia de la importancia de priorizar las inversiones con definida orientación hacia el bienestar general, aplicadas, antes que nada, a concluir lo iniciado y a buscarle solución a los muchos problemas que nos afligen en los campos vial y de transporte, habitacional, de salud, de seguridad y por sobretodo educativo, y frente a la necesidad de complementación y mejoramiento de los servicios de agua, aseo, luz (a propósito se acaba de ir ésta, como sucede frecuentemente, obligándome a reelaborar lo escrito), alcantarillado y comunicaciones en general, entre tantos otros.

Máxime cuando la región e Ibagué, hoy siguen creciendo por encima de lo esperado en razón de los incontrolados flujos migratorios originados en las muchas violencias que afectan al país, –la de la guerrilla, la paramilitar, la de la droga y la de las bacrim-, multiplicando los inconvenientes de manera desproporcionada por fuera de cualquier intento planificador, con grave deterioro de su precario tejido social, demandando en forma extraordinaria recursos de múltiple índole, pero fundamentalmente espacio físico y laboral para los desplazados que recién están arribando. 

A tan oscuro panorama en mucho está contribuyendo, a no dudarlo, la excesiva centralización del Estado que bajo el actual gobierno se ha exacerbado a la mejor manera de nuestro pasado colonial, en cuanto la élite política gobernante conduce el país desde Bogotá bajo la idea de una provincia incompetente como lo reitera con frecuencia “el enviado”, Vargas Lleras, cada vez que arriba a estos lares con su prepotencia habitual, que asume que los que habitamos en sitio distinto a la capital somos seres incapaces de regir nuestro propio destino y de trazarnos nuestras propias políticas de desenvolvimiento en los diversos campos, como el de la vivienda que él administra deficientemente.

Con lo que se quiere malacostumbrar a “la provincia” a que espere del “nivel central”, la respuesta, -generalmente tardía e incompleta-, a sus inquietudes y la resolución de todas sus carencias, mediante agobiantes jornadas de cabildeo político ante funcionarios de escasa entidad o desdeñosos burócratas mayores.

Credito
MANUEL JOSÉ ALVAREZ DIDYME- DôME

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