“Construir la paz es trabajo de la educación”

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Era septiembre de 1936, cuando en el Congreso Europeo para la Paz en Bruselas, la conocida educadora María Montessori dijo clara y afirmativamente: “Evitar los conflictos es trabajo de los políticos, pero construir la paz es trabajo de la educación.”.

Cierta que la paz no se obtiene sólo con la merma del actuar de los violentos, sino cuando la vida nos da y a tiempo, el alimento espiritual necesario para alcanzar el sosiego que lleva a la justicia y la equidad sociales, imposible de esperar en un país que ocupó el puesto 62 en las pruebas “Pisa” que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) realizó entre 65 países evaluados el pasado año para medir su calidad educacional.

A lo que debemos añadir, -regionalmente hablando-, el 17º lugar que alcanzó el Tolima entre las 22 reparticiones territoriales de la geografía patria, valoradas por el Consejo Nacional de Competitividad en 81 variables, entre las que se incluye, claro está, la educación como lo destaca el editorialista mayor de este diario en días pasados, con razonada preocupación.

Plenamente coincidente con lo que de años atrás ha sido verdad sabida y que ya ha obtenido amplia refrendación en variados ámbitos académicos como el de la Universidad de Ibagué en reuniones realizadas, tiempo atrás al respecto, con directivos de varios centros de educación superior, públicos y privados del país, cuyo resultado fue el esperado: los bajos niveles de formación de los egresados del bachillerato se presentan en todo Colombia y en todas las áreas, tanto en matemáticas, como en ciencias, siendo el más grave, el que se da en el campo de la lectoescritura comprensiva y que lleva a que aquellos, luego de 11 y más años de escolaridad, no entiendan lo que leen y les falte la coherencia debida en lo que escriben, ante lo cual han llegado a ser calificados como “analfabetas funcionales”, sin que se incurra con ello, en exageración alguna.

Un fenómeno valioso como el que más, como estrategia de convivencia, que debiera constituir la mayor preocupación del grueso de la opinión pública, -magisterio incluido-, mucho más que el embeleco de los “diálogos de paz”, dada su tremenda incidencia en las altas cifras de atraso, violencia y desigualdad sociales que hoy se registran.

No obstante pareciera que tan grave circunstancia no le preocupara a los responsables del sector educativo, dado lo poco o casi nada que vienen haciendo al respecto y a los partes de tranquilidad que dan cada vez que, empeñados en mantenerlo en el “lecho de Procusto”, dan declaraciones, en las que evidencian su desinterés y carencia de competencia para orientarlo hacia la obtención del cambio verdaderamente requerido.

¡Y aun así aspiran a la reelección!

Credito
MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME - DOME

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