El renacer del arte en el Tolima

Manuel José Álvarez Didyme

La menguada visión de algunos de nuestros dirigentes de los últimos tiempos, fundada, entre otras razones, en la prosaica consideración monetaria de que todo proyecto debe generar generosa rentabilidad, ha llevado a frustrar o a echar por la borda varias de las realizaciones culturales que se han tratado de adelantar en nuestro reciente pasado.

Pese a lo cual, aún perviven entre nosotros algunos “Quijotes” como Humberto Galindo y Nubia Mafla, que con empeño y mucho esfuerzo y acorde con sus capacidades, no han cejado en el propósito de procurar que el nivel cultural de esta capital corresponda realmente a su tradicional calificativo de “ciudad musical” y que nuestros artistas locales tengan adecuadas oportunidades de presentación y decorosos ingresos, según su calidad, aprovechándolo, además, como opción ideal para explotar el potencial turístico que de todo ello se pueda derivar, gracias a nuestra cercanía a la capital de la República y a ciudades tan pobladas y centros de tanta importancia como los que conforman el llamado “eje cafetero”: Manizales, Armenia y Pereira, y con tradiciones afines a las nuestras como Neiva que alguna vez integró el “Gran Tolima”, o a núcleos poblacionales próximos a nosotros, culturalmente hablando, como Girardot, La Dorada, Honda, Venadillo, Espinal, Melgar y Guamo entre otros varios, para efectuar eventos musicales de postín y en buen número, dotados del fasto y atractivo indispensables para convocar a sus gentes, que por razones de costo, facilidades de desplazamiento o disponibilidad de tiempo, prefieran trasladarse a los eventos que aquí se realicen. Intentando capitalizar incluso aquellos certámenes que, si bien se realizan en otros lares, podamos replicarlos con éxito, -como ya lo hemos hecho en el pasado con buenos resultados-, al conseguir que algunos artistas de los que allí se presenten, deriven hasta nuestros lares, como otrora sucedió con los conciertos internacionales que alguna vez realizó el Banco de la República con músicos de calidad universal que visitaron a Colombia.

Porque es hora de dejar la inercia y pasar sin timideces ni fementidos recatos, de los planes de competitividad de nuestra burocracia a la acción, sin subestimar nuestra capacidad de convocatoria en tanto en cuanto ya se ha demostrado hasta la saciedad y tenemos claro, que cuando la hemos usado bien, hemos encontrado adecuada y abundosa respuesta.

Y es que como dijimos, “el dueto” que conforman Galindo y Mafla, enamorados y cultores de la música como son, trazaron un camino, destinando con generosidad su tiempo y recursos propios, para habilitar un espacioso y agradable inmueble distinguido con el N°11 de la manzana 3 del barrio la Campiña, para el funcionamiento de una “casa museo” que bautizaron con el acertado nombre de “Mundo Sonoro” y que aloja una nutrida colección de instrumentos musicales que estarán en exhibición permanente, sirviendo de marco a los artistas locales y a los que vengan de otras latitudes atraídos por la proclividad musical de este terruño. Tenemos capacidad hotelera, buenos restaurantes, escenarios dignos y subutilizados, aceptables vías de comunicación, agradable clima, amabilidad a raudales y un entorno que sin llegar a ser bello si es extremadamente acogedor. Así que solo nos faltan ganas y el trabajo indispensable que demanda toda positiva acción.

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