¡Iiii, San Juan!

Manuel José Álvarez Didyme

Con junio llega el tradicional “folclor” y la economía naranja al Tolima con sus muchas posibilidades presidiéndolo.

Como de todos es sabido, el Festival Nacional del Folclor fue ideado por el inolvidable líder cívico, Adriano Tribín Piedrahita con el propósito de contribuir a superar el clima de violencia que se vivía entonces en el departamento, y continúa siendo concebido con la clara intención de que la celebración del 24 de junio, -la fecha más tradicional del Tolima-, el día de San Juan, sea, hoy como ayer: a más de una ocasión para ratificar y exaltar los valores nativos, una gran oportunidad para ver de superar nuestras dificultades y carencias.

Este referente del santoral de hoy, que de antaño fue de mucha significación cultural en el continente europeo, llegó hasta nosotros traído por los conquistadores españoles y terminó por imponerse gracias a que los raizales lo aquerenciaron aquí en la figura ritual del San Juan.

Y es que en Europa, el 21 de junio originalmente era la fecha en la que los antiguos Celtas celebraban el fin del solsticio de verano con numerosos ritos paganos dentro los que se destacaba un festival que se iniciaba en la víspera de ese día, en el preciso momento en que el sol, fuente de vida, salud y vigor, permanecía por más tiempo en el firmamento, mostrando todo su esplendor e importancia al género humano, antes de comenzar a decrecer durante el llamado solsticio de invierno.

No obstante, esa data fue posteriormente trasladada por la iglesia católica para el 24 de junio y consagrada a San Juan y como tal se integró y se conservó, como la más importante de nuestro calendario regional en el Tolima.

Con dichos antecedente no nos resulta difícil incorporar hoy nuestro tradicional Festival Folclórico, al concepto de “Economía Naranja” o economía cultural y de las industrias creativas que viene promoviendo el Gobierno del Presidente Duque, dado su valor, convertido en una gran posibilidad de generar una importante inyección de recursos para nuestras maltrechas finanzas, como lo visto en el festival de Río de Janeiro, al cual, en solo el 2012 asistieron cerca de 850.000 personas, dejándole al Brasil una ganancia neta de 628 millones de dólares.

Y es que para entender la magnitud e importancia de este tipo de economía, debe observarse que entre 2002 y 2011, las exportaciones de bienes y servicios creativos y las industrias culturales convencionales, crecieron el 134%, según informes de la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo, y que dentro de ella se realizaron intercambios en el 2011, por un total de 646.000 millones de dólares, convirtiéndose en el quinto bien más comercializado del orbe.

Así que aquí y ahora, al arribar junio y acercarse con él, el Festival Nacional del Folclor y dentro de él, el San Juan, debemos prepararnos a expresar, no solo la alegría propia de su arribo e implorar su bendición a hombres, animales y cultivos con el fin de aprovechar tal advenimiento, como en su origen, sino como la oportunidad de excepción por excelencia para llevar a cabo un verdadero acto de fe en lo nuestro y en nuestro porvenir y conduciéndolo como la verdadera industria que es, que al entrelazarse con otras áreas culturales irá a estructurar la gran industria cultural tanto musical como folclórica a la que debemos aspirar, de trascendencia económica y social, y que en mucho va a contribuir a superar las circunstancias que empañan nuestro presente y amenazan nuestro futuro en términos de ingreso.

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