¿Que está pasando en la Cámara de Comercio local?

Manuel José Álvarez Didyme

Durante muchos años la Cámara de Comercio de Ibagué, al igual que sus pares de las varias ciudades de Colombia en donde ellas existen, se mantuvo alejada de las reyertas personales y las apetencias políticas regionales, cumpliendo con rigor las funciones que la Ley Mercantil le asigna y dedicada como debe estarlo, sirviendo a la comunidad empresarial, hasta cuando comenzaron a infiltrase en ella las aspiraciones de algunos personajes menores en trance de ganar figuración o satisfacer personales y/o aviesos beneficios.

Entre nosotros, aquella estructura, a pesar de tener la misma fragilidad de hoy, se logró mantener blindada por muchos años contra la ambición y la codicia, y los pocos que quisieron servir desde allí, intereses distintos de los comerciales, salieron frustrados optando por no regresar.

Fueron épocas no muy distantes en el tiempo, en las que gracias a la conformación de su gobierno y a sus funcionarios, se tomaron e implementaron, importantes decisiones que llevaron a la entidad a incrustarse en la vida de la ciudad, como un apoyo y complemento de la acción de la Administración local, a través de sucesivas juntas directivas conformadas por líderes verdaderamente éticos de los diversos estamentos del comercio y la industria, encabezadas por ejecutivos de variada formación profesional, pero casi siempre identificados en su vocación de servicio al terruño.

De esa fortaleza de entonces dan testimonio su crecimiento en número de afiliados que permitió la construcción de las amplias instalaciones que hoy la albergan, la actualización y modernización del Registro Mercantil, la creación del Centro de Arbitramento y Amigable Composición, la pluralidad de eventos, conferencias y cursos que promovió, las tareas conjuntas que desarrolló con la Policía y la administración local para buscar el desarrollo ciudadano con seguridad y en especial el del sector del comercio, entre muchas otras acciones, discretas y sin ostentación, pero eficientemente realizadas.

De forma casi silente y sin alardes, pero en la certeza de que con ellas se estaba cumpliendo con el propósito misional de sus fundadores y con las obligaciones impuestas por la ley del comercio, todo dentro de un clima de armonía interno que garantizaba la eficacia de sus actuaciones.

Bien distinto a lo que hoy viene ocurriendo en su interior: intentos de manipulación al proceso eleccionario, reyertas personales y hasta familiares traídas a su interior y ventiladas en los medios y lo que es más grave, involucramiento de sus directivos en disputas negociales, todo lo cual está haciendo eclosión en un estado de desarmonía y confrontación que amenaza la estabilidad de la institución y tiende a acentuar los difíciles momentos de crisis económica y de empleo por los que atraviesa la ciudad.

Pueda ser que la sensatez de la mayoría de sus afiliados se imponga, haciendo que la Cámara de Ibagué, retorne al sitial de respetabilidad y eficiencia que otrora tuvo en el concierto cameral en el País: una dificultosa pero no imposible tarea.

Ex miembro de la Junta Directiva de la C.C.I.

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