¡Haga un alto y reflexione!

Manuel José Álvarez Didyme

Al aprestarse a abordar una nave cualquiera, toda persona espera que quien la vaya a conducir, entre los varios disponibles para hacerlo, sea, el más avezado y experimentado, y cuando ve que en efecto la asignación le fue hecha al que responde a su aspiración, se embarca con la tranquilidad que da la certeza de que se obtuvo la selección adecuada.

Igual a como acaece al asumir todas y cada una de las tareas de aquellas cuyo resultado nos interesa, en tanto en cuanto, nos afecta que quien las vaya a realizar lo haga de la mejor manera y con la mayor pericia posible.

Por ello, para ver de procurar la solución eficaz a los innúmeros problemas que actualmente afronta una ciudad de la complejidad de la nuestra, tales la carencia de capital, el deterioro de su red vial, la precariedad de su infraestructura de servicios, la inseguridad reinante, el divorcio de los sectores público y privado, el narcotráfico y el desempleo creciente, se deben estudiar con minucia las varias hojas de vida de los aspirantes a guiarla por los cuatro años que advienen, para seleccionar al más adecuado.

Es lo que la filosofía, ha llamado de antaño “una verdad evidente”, o “verdad universalmente válida”, o “axioma”, de aquellos que no requieren demostración y que en muchos contextos son sinónimo de postulado, ley o principio que nadie controvierte.

No obstante y pese a ello, son muchos los que aún, en esta ciudad de la música, en contrario, quieren continuar con sus formas de razonar inalteradas, recurriendo a criterios de selección, si bien válidos en el pasado y que de persistir en ellos, van a obtener idénticos resultados a los hasta hoy alcanzados: negativos por supuesto.

En estúpida postura, en tanto en cuanto “la estupidez consiste en volver a hacer las mismas cosas y de la misma manera y esperar que lo que resulte de ellas sea distinto, según sabiamente lo aseveraba el paradigmático científico Albert Einstein.

Por tanto y acorde con esto, lo que se impone aquí y ahora, es la asunción de formas de razonamiento y acción que obedezcan a propósitos lógicos, con personas diversas e idóneas, y con actitudes y tendencias “nada que ver” con las que ya fracasaron y “nos tienen como nos tienen”, porque no podemos seguirnos motivando por intereses partidistas, económicos o de coyuntura, que como tales se agotan en el corto plazo o se interrumpen sin alcanzar los propósitos ambicionados.

Debemos reemplazarlas por acciones basadas en proyectos de largo aliento que sean desarrolladas sin la impronta de la inmediatez, así tengamos la certeza que sus resultados no nos vayan a beneficiar a nosotros mismos, pero que sí podrán ser aprovechados futuramente, por nuestros hijos, a la manera como se planta un árbol, en espera que su centenaria sombra brinde cobijo y sus frutos alimento a las generaciones por venir.

Con dirigentes suficientemente probados en su eficacia o con nuevos líderes, pero con formación y fórmulas diversas, que den verdadera respuesta a los problemas locales, después de estudiarlos, comprenderlos y ver que ciertamente se tiene la solución.

Una variada visión de la realidad local, que de verdad merece ser considerada, antes de que sea tarde, encarnada en Leonidas López en cuanto el mejor candidato y la perspectiva de su elección como Alcalde de Ibagué el próximo 27 de octubre.

Tal la reflexión que debe realizar cada elector de cara al próximo certamen electoral, al momento de depositar su voto, si de verdad aspira a tener frente de la administración local, un líder capaz de la verdadera reconstrucción que requiere esta deteriorada ciudad y que le devuelva el sitial que se merece.

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