Continuamos a la cabeza del desempleo

Manuel José Álvarez Didyme

Una vez, la Encuesta Nacional de Hogares (E.N.H.) presentó las cifras de medición del mercado laboral en las principales áreas metropolitanas del país, Ibagué, antecedida solo por Quibdó, la capital del Chocó, corroboró lo que se venía percibiendo en sus calles: que el abarrotamiento de gentes dedicadas a actividades informales, era inequívoca señal de un desempleo creciente que ya supera el promedio nacional, -alto de por sí-, respecto del año inmediatamente anterior y que no merma, y muy por el contrario, crece y se incrementa.

Y la gravedad de esta circunstancia no puede conformarse con la simplista explicación que algunos tratan de dar, al decir que los indicadores del empleo están así debido a los flujos de desplazamiento que ha tenido que soportar la ciudad, dado el alto número de migrantes venezolanos, mayor al resto del país, puesto que como bien lo ilustran las cifras, estos casos, no resultan ciertos frente al problema.

Por el contrario, expertos en empleo siguen señalando que esta alta tasa que Ibagué mantiene, no solo es continuación de las crisis económicas que se presentaron en el país en los años anteriores al 2019, sino que devino acentuada para nuestra musical ciudad, en razón a sus corruptas y/o mediocres y administraciones pasadas y a su incompetencia para paliarlas, indicando con ello que no es un fenómeno que afecte un área o sector económico determinado, ni que obedezca a una sola causa, sino que gravita sobre el conjunto total de la economía local, afectándolo gravemente en su conjunto, tal como ocurre con el cáncer una vez que hace metástasis en el organismo humano.

Y es que nuestra precaria circunstancia, se ha visto acentuada por la pobre calidad de nuestra dirigencia y la corrupción y politiquería que la permean, ya que a causa de ellas, no de hoy sino por lustros, nos ha “ido llevando” a los dramáticos niveles de deterioro de la infraestructura local y de los servicios públicos, con su incidencia sobre el desarrollo.

A consecuencia de lo cual la situación exige un tratamiento de choque tan drástico y severo, como una “quimioterapia”, que de no hacerse ya, nos seguirá llevando de modo inexorable, a que el mal se desarrolle y entre a un inatajable proceso de retroalimentación, sin perspectiva de retroceso futuro alguno.

Por ello toca mirar retrospectiva y panorámicamente en todos y cada uno de los sectores en  busca de las causas de tan dramática situación, encontrando en ellas, como la primera a no dudarlo, la significativa incidencia que ha tenido la deficiencia cualitativa del sector educativo que no ha preparado en ninguno de sus niveles a los educandos para el trabajo, acompasando lo que en él se enseña con las necesidades específicas de la región.

Al punto de llegar a tener una abundosa mano de obra, pero sin calificación útil alguna; una carencia de técnicos y tecnólogos y una sobreoferta de profesionales sin capacidad ni recursos para generar empleo.

Todo ello acentuado al extremo hoy, por la falta en el reciente pasado de un hermanamiento del gobierno municipal con el departamental y con el sector privado para atacar la pobreza extrema y la desocupación, como sí lo han tenido otras ciudades, ya que estas sinergias o conjunciones de esfuerzos en momentos de crisis, se tornan fundamentales para la elaboración de proyectos, mostrar organización y deseos de hacer bien las cosas, ganando en competitividad frente a otras regiones.

Álvarez Didyme Manuel José

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