¡Agua, más agua!

Como de todos es sabido por haberlo aprendido desde los primeros años de asistencia a las bancas escolares o al menos por habérnoslo enseñado la propia experiencia, el agua es el principal elemento de vida, al punto que los humanos no podríamos subsistir sin tener acceso a ella durante más de cinco o seis días, dado que nuestros cuerpos están conformados, desde cuando nacemos por un 75 % de ella y cerca del 60 % en la edad adulta, la cual se encuentra y permanece en el interior de las células y circula en la sangre y baña los tejidos, de forma similar a como ocurre con los diferentes animales y otros seres vivientes que habitan el planeta.

La reforma a la Policía

Frente a la polémica que se ha originado al respecto y tal como lo hemos creído y seguiremos creyendo, que nuestra sociedad debe, hasta donde más pueda, procurar la máxima eficiencia de todos y cada uno de sus recursos, incluyendo el de su Policía, nos parece contrario a toda lógica, que el gobierno que próximamente se inicia, aspire a que se impulsen reformas a dicha institución, -como algunos de sus miembros lo vienen planteando-, bajo la premisa de que una Policía militarizada y sujeta a las presiones propias del conflicto se ha ido apartando de los ciudadanos, haciendo imperiosa la recuperación de su naturaleza de cuerpo civil, separándola del Ministerio de Defensa para adscribirla a una nueva cartera que se creará en la administración Petro, bajo el nombre de “Ministerio de la Paz, Seguridad y Convivencia”, con lo cual se corren los riesgos de politizarla y tornar tan especializada su función, que solo se ocupe de unas pocas tareas puntualmente y previamente asignadas o convenidas, desentendiéndose por completo de todo lo demás que suceda a su alrededor.

¿Qué pasa con Ibagué?

“No es una bella ciudad nuestra Ibagué, como no son generalmente bellas las mujeres que despiertan las más hondas y tenaces devociones", decía Juan Lozano y Lozano por allá en los años de 1935, refiriéndose a nuestra capital, desde las páginas de la desaparecida Revista Arte.

Retornan las Festividades Folclóricas

Una vez más llegamos al sexto mes del año en que se celebra lo que los antiguos Celtas llamaban Alban Heruin o el Beltaine, o sea el instante en el que el “astro rey” se hallaba en su máximo esplendor; cuando más tiempo duraba en el cielo y mostraba su máximo poder a los hombres, mismo período en que empezaba a decrecer el llamado Solsticio de Invierno, todo ello, sin que hubiéramos debatido suficientemente sobre las festividades folclóricas, a fin de diseñar de una vez y para siempre el adecuado manejo que debe dárseles para evitar que, antes que motivo de desagrado y confrontación, se constituyan en factor de encuentro con el patrimonio cultural nativo y espacio propicio para el enriquecimiento espiritual de nuestro pueblo.

Aún es tiempo de recuperar el tono moral de Colombia

A medida que nos hemos ido escuchando el discurso de campaña del ingeniero Rodolfo Hernández, hemos ido entrando en sintonía con la voz de la conciencia colectiva, por su manera desenfadada, directa y sin tapujos de decir las cosas y opinar sobre todo aquello que viene afectando nuestro diario discurrir como nación.

De nuevo nos ataca la peste del olvido

La capacidad de memoria del pueblo colombiano es tan baja que el recuerdo de cualquier suceso, por trascendente que haya sido, dura hasta cuando un nuevo hecho relevante viene a reemplazarlo.

Ordenemos a Ibagué

No es la primera vez que nos referimos al tema y al parecer no será la última, ya que a lo largo del tiempo que llevamos martillando sobre el mismo en esta columna, no hemos tenido respuesta alguna de las autoridades encargadas de su atención, ni hemos visto acción alguna enderezada a darle solución.

¿Por qué y para qué votar?

De cara a toda elección, como la que está por sucederse en el día de hoy, vuelve la inefable aseveración que por años hemos escuchado: que las gentes de este tropical país, somos más pasionales que racionales al momento de tomar decisiones, lo cual se ejemplifica con el sinnúmero de desaciertos que la historia registra en la escogencia de quienes han orientado hasta hoy nuestro destino político, o cómo las invitaciones de carácter populista nos conmueven hasta conducirnos de manera fácil y equivocadamente a las urnas.

¡“Qué viene el lobo…, qué viene el lobo”!

Como es sabido, Esopo fue un gran fabulista de una inmensa popularidad, nacido en Grecia en fecha que la historia ubica por los siglos VII y VI a. de J.C. y que terminó convertido en personaje legendario y de recurrente evocación, al punto que, por tal razón, hoy se dificulta precisar algún dato de su biografía, tanto que hasta el sitio exacto de su nacimiento en aquella península sigue suscitado dudas, pues ha sido ubicado en los más diversos lugares según sea la fuente que lo cita, tales como Sardes, Samos, Mesambria en Tracia y Cotidea en Frigia, pese a lo cual todos coinciden sí, al decir que fue un esclavo liberto, que luego pasó a servir al rey Creso de Lidia.

¿Y de la justicia qué?

Lo que alguna vez escribiera el conocido sacerdote jesuita y miembro de la llamada “Comisión de Justicia y Paz” Javier Giraldo M., en un artículo intitulado “Lo que en Colombia se llama “Justicia”, activó las alarmas sobre algo que este país venía sintiendo entonces y continúa haciéndolo hoy: la impunidad y la ineficacia, constituyen las características más sobresalientes del aparato Jurisdiccional del Estado Colombiano, así sus resultados se midan bajo parámetros cuantitativos o según sus calidades.