Ciudad mujer: Desde Washington

Las cifras de violencia contra las mujeres en Colombia son escandalosas. Para resolver esta tragedia recurrente, será necesario hacer esfuerzos serios, más allá de la aprobación de nuevas leyes.

Las mujeres colombianas hemos avanzado y nos hemos superado en muchos campos. Sin embargo, un alto porcentaje sigue estando sujeto al maltrato y la violencia. En el año 2010, casi 52.000 mujeres se atrevieron a denunciar a sus cónyuges o compañeros por violencia física. Esta cifra es trágica si se tiene en cuenta que no incluye el alto número que no presenta quejas o reclamos contra ellos. Las razones para no hacerlo van desde la vergüenza, pasando por el temor frente a las amenazas de los agresores, hasta la idea de que ellas mismas provocaron el ataque. “Si mi agredió, tal vez me lo merecía”, es el raciocinio que algunas se hacen. Casi la mitad de las agredidas tiene entre 20 y 29 años. Los celos, en muchos de estos casos, constituyen la supuesta explicación.

La celebración del Día Internacional de la Mujer sirvió para que gobierno, medios de comunicación e investigadores llamaran la atención sobre estas conductas inaceptables. Una de las peores es la de la violación. La llamada encuesta ENDS registró que, en 2010, el 6 por ciento de las mujeres entrevistadas admitieron haber sido violadas alguna vez en su vida. Este porcentaje no incluye las que han sido forzadas por sus actuales esposos o compañeros.


Sabemos que la violencia intrafamiliar se reproduce. Niños y niñas sometidos a maltratos en los hogares, o testigos del que se ejerce contra sus madres, tienen altas probabilidades de reproducir tales conductas en su edad adulta. De allí que la promoción de nuevas leyes con penas superiores para estos delitos sea una condición necesaria pero no suficiente para disminuirlos. Resulta fundamental llevar a cabo esfuerzos serios para mejorar la educación sexual desde la escuela, inculcar valores sobre los derechos y obligaciones de los dos sexos y, en general, desarrollar una nueva ética contra todo tipo de violencia.


En algunos países existen iniciativas prometedoras para mejorar el bienestar de las mujeres. Bajo el lema “dignidad, fortaleza, igualdad”, la primera dama de El Salvador y Secretaria de Inclusión Social, Vanda Pignato, propuso el proyecto de Ciudad Mujer y obtuvo el apoyo financiero y técnico del Banco Interamericano de Desarrollo.


La estrategia de Ciudad Mujer está basada en acercar varios tipos de servicios a las mujeres y concentrarlos, bajo un mismo techo, en centros ubicados en barrios populosos o municipios. Las actividades comprenden la atención a víctimas de la violencia, adopción de medidas preventivas para evitar la revictimización, fortalecimiento de la autonomía económica de las mujeres y prestación de servicios de salud para sus hijos y ellas, con énfasis en la salud sexual y reproductiva. Cuando las mujeres acuden a una sede de Ciudad Mujer, pueden dejar sus niños en la guardería allí localizada. Las distintas instituciones presentes en estos centros coordinan entre ellas y cuentan con personal especialmente entrenado.

Vale la pena que el gobierno colombiano estudie esta experiencia y trate de adaptarla a nuestro medio.

Credito
MARÍA CARMENZA ARENAS

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