El país nacional

Ahora le toca, otra vez, al país nacional: Hace 65 años los colombianos vivieron unos hechos cuyo desenlace los convirtió en ejemplo hemisférico: El 1° de mayo de 1957 se produjeron protestas sindicales. Dos días después los universitarios se declararon en paro. El 5 dejaron de circular los periódicos más importantes del país y luego se expresaron los partidos políticos, los empresarios, la Iglesia. El 10 de mayo el dictador se vio obligado a abandonar el gobierno. La Junta Militar que lo asumió facilitó la recuperación del Estado de derecho.

Cuándo nacen las dictaduras

La muerte de las democracias y el nacimiento de las dictaduras son las dos caras de la misma moneda. Pero, como dice la periodista brasileña Eliane Brum, los golpes contra la democracia ya no se hacen sacando tanques a la calle. Basta violar los principios jurídicos que inspiran el Estado de derecho, mientras se proclama respeto al texto de las normas. Es un fenómeno que los juristas denominan fraude de ley.

Cuándo mueren las democracias

Las democracias mueren por inanición y las dictaduras nacen por intolerancia. Pero son las dos caras de la misma moneda. La democracia supone un ejercicio cotidiano que, si se descuida, puede afectar su funcionamiento hasta el colapso. Con razón, Ernesto Renan sentenció que la democracia es un plebiscito de todos los días.

El arte de la política y el arte de la milicia

Alberto Lleras es uno de los estadistas más ilustres de la historia de Colombia y de América. Periodista de pluma excelsa y líder político de inmensa respetabilidad, fue elegido presidente de los colombianos el 4 de mayo de 1958, en un país convaleciente de la violencia del medio siglo.

Ejemplos de vida

El Tolima ha sido protagonista de importantes desarrollos en materia de educación y de cultura, incluso desde antes de nacer fue tierra de juristas: Francisco Antonio Moreno y Escandón nacido en Mariquita, y Juan Dionisio de Gamba, nacido en el Valle de San Juan, son ejemplos excepcionales de pioneros en el ejercicio de pensar el derecho y manejar la ley.

Mariposas amarillas…

Renata Remedios sabía que Mauricio Babilonia estaba cerca porque su casa comenzaba a llenarse de mariposas amarillas. En la obra de Gabo son un símbolo de amor y soledad, precisamente las constantes eternas en la recóndita y mágica historia de Macondo. También las hay en el Tolima, donde vuelan en compañía de otras mariposas de todos los colores, llevando a lo largo de su vuelo mensajes de esperanza y buena suerte. Depositan ilusión en el horizonte tolimense.

Metamorfosis social

La guerra es una confrontación violenta y la política un diálogo civilizado. Los conflictos se vuelven una cosa u otra. La guerra se hace entre enemigos y la política entre adversarios. Erich Hartmann definió la guerra como “el lugar en el cual unos jóvenes que no se conocen ni se odian se matan entre sí, a nombre de unos hombres mayores que se conocen y se odian, pero no se matan”. La política, en cambio, reclama líderes capaces de llegar a acuerdos sobre algunas cosas, sin perjuicios de mantener desacuerdos en otras, siempre con la voluntad política de seguir dialogando en medio de certámenes electorales.

Los populismos

Como lo dijo alguna vez Álvaro Gómez, Colombia es un país conservador de mayoría liberal. Quizás tenía razón si se mira que en esas mayorías hay un fuerte sentido de identidad comarcana, una honda devoción religiosa, un acentuado respeto por la vocación civil de la República, que son valores tradicionales de la sociedad colombiana.

Una historia centenaria

En los comicios del 12 de febrero de 1922 el general Pedro Nel Ospina, candidato conservador a la presidencia de la República, resultó vencedor sobre el general Benjamín Herrera, candidato del liberalismo.

“Petrificados”

Así quedó el país: Petrificado en medio de esta trampa binaria que lo polarizó artificialmente. Para un alto número de colombianos su patria está dividida entre buenos y malos. Por supuesto, cada uno cree pertenecer al sector de los buenos porque los malos son “los otros”. Tal fullería hizo carrera y nos metió en una suerte de guerra santa, malhadada y funesta, que impide acuerdos sobre lo fundamental o, al menos, consensos sobre mínimos. Quedamos prisioneros entre el radicalismo de Petro y la medianía de Fico.