El turismo regional exige equidad

Miguel Ángel Barreto

Senador

Las dificultades que afronta el sector turístico en el Tolima no son de poca monta y requieren la atención del Gobierno nacional. El sector ha quedado relegado a su suerte, en medio de innumerables dificultades y con unos indicadores que no resultan sanos y menos aún competitivos.

Si bien se habla de que el turismo debe convertirse en el nuevo petróleo de Colombia, tal afirmación no se sustenta en políticas que estimulen la actividad, los requisitos para los operadores, especialmente, los estipulados en el Registro Nacional de Turismo, siguen alejando a los nuevos empresarios y ahogando a los existentes.

Los hoteles, restaurantes y comercio en general representan el 31.9% de la ocupación en Ibagué, es decir que requieren especial tratamiento, mucho más si de éstos, más del 90% corresponde a pequeñas empresas. No obstante, en el presupuesto General de la Nación, el turismo y afines apenas tendría una partida de 913 mil millones de pesos (0.1% del PIB), que ojalá, por lo menos gocen esta vez del principio de equidad y no se queden exclusivamente en los departamentos de la Costa Atlántica, Antioquia y Cundinamarca.

En lo relacionado con áreas aprobadas para hoteles (Tolima) en 2016, las licencias apenas alcanzaron los 4.726 metros cuadrados, pero en 2017 experimentaron un descenso a 2.747 metros cuadrados (-41.8%) y al cierre de junio de este año apenas iba en 332 metros cuadrados. La ocupación hotelera cerró el año pasado en 45 por ciento. Entre las quejas de los pequeños y medianos empresarios están que los trámites son múltiples y engorrosos, los impuestos son altos y que un pequeño hotel de un municipio tiene tantos requisitos como uno de cinco estrellas.

Entre los factores que influyen negativamente está la competencia desleal, pues en redes operan plataformas tecnológicas que ofrecen el alquiler de casas, apartamentos y toda clase de servicios de habitación y diversiones a precios muy económicos, que no pagan gravámenes y que no son controlados por ninguna autoridad. Incluso, el mismo turismo operado por iglesias (peregrinaciones) y colegios (excursiones) se pasa por encima la reglamentación exigida. En el tema laboral, se exige contar con guías profesionales y bilingües, pero conseguir este perfil es difícil y costoso. Además de que resulta poco rentable para los guías en los destinos con bajo nivel de desarrollo turístico.

En términos prácticos, los hoteleros y operadores turísticos apenas sobreviven y hay carencia de nuevas inversiones porque no hay estímulos suficientes para competir en este mercado. También se requieren condiciones especiales para dinamizar el agroturismo y el turismo de naturaleza, que sea dicho de paso, si existe, es por el empeño de unos obstinados, pero pujantes empresarios. Es hora de entender y atender al sector turismo de las regiones que sufrieron el conflicto armado.

Para concluir y a propósito de la apertura este jueves del nuevo aeropuerto Perales de Ibagué, de nuevo sea esta la oportunidad para llamar la atención del Gobierno para que en el presupuesto de 2019 destine los 30 mil millones de pesos para la compra de los equipos de aeronavegación y podamos así aumentar y ofertar servicios operacionales, se cuente con nuevas aerolíneas y haya más frecuencias y rutas en las nuevas instalaciones de la terminal aérea. De lo contrario, la importante inversión realizada hasta el momento, podría no surtir los resultados esperados.

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