Viajar en avión no es un lujo, tiene que ser un servicio incluyente

Miguel Ángel Barreto

Viajar en avión en Colombia se convirtió en un verdadero privilegio al que solo tienen acceso los colombianos con un mejor nivel de ingresos económicos, situación que, sin duda, restringe la demanda y la oferta del transporte aéreo del país. Las altas tasas impositivas y el costo de los combustibles, cuyos valores son cargados a los tiquetes, terminan por desestimular el movimiento de pasajeros, las actividades comerciales y el turismo.

Aunque ya algunas voces alertan que este proceso podría desajustar el fisco nacional y el recaudo de IVA, estoy convencido que desde el Congreso y con el apoyo de la Aerocivil y el Ministerio de Transporte tenemos que avanzar en una legislación que permita incentivar la conexión aérea, que establezca mejores condiciones para que haya nuevos operadores, sean activadas nuevas rutas, se amplíen frecuencias y se evite los monopolios en esta actividad.

Los países que han flexibilizado sus tarifas han crecido en términos de competitividad, acceso e inclusión, empleo y nuevas dinámicas comerciales, procesos que no se cumplen de la noche a la mañana, pero si no cambiamos e impulsamos ahora una mejor estructuración de precios en los tiquetes, no podremos obtener resultados en el mediano y largo plazo.

México y Brasil son ejemplos a seguir en términos de conexión regional e internacional, en tanto que Venezuela y Argentina, por el alto nivel de carga tributaria y sus respectivas crisis económicas, nos enseñan que los altos costos no permiten proyectar ningún tipo de crecimiento sostenido en este sector del transporte.

En el caso de nuestro Departamento estoy seguro que es posible potencializar los aeropuertos, no solo el de Ibagué, en el cual requerimos urgentemente un sistema de aeronavegación, sino que podríamos avanzar en la reactivación de terminales como el de Planadas, Chaparral, Alpujarra, Mariquita y Flandes.

El Estado está en la obligación histórica de conectar aéreamente y con la intervención de vías las zonas que fueron afectadas por el conflicto, en tanto que en términos generales y dada la dinámica del negocio, este servicio tiene que proyectarse de forma que sea cada vez menos selectivo. Hay que evolucionar del concepto del lujo al del servicio y la inclusión, y en la apertura de nuevos públicos y nichos de mercado.

Convencido que la aviación comercial de Colombia requiere una nueva dinámica y un impulso desde los poderes Legislativo y Ejecutivo, y con el objetivo de que los colombianos accedan cada vez más a estos servicios, este martes tuve la oportunidad de radicar el proyecto de ley en el Congreso en el que se reduce la tarifa del IVA de los tiquetes del 19% a 5% y se elimina el impuesto de timbre de salida del país.

Precisamente, las informaciones de asociaciones, empresas y los mismos operadores nos dan la razón en esta discusión que espero sea nutrida y constructiva en el Congreso. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés) en su análisis para el caso colombiano conceptúa que los impuestos generan sobrecostos de 20 dólares en las tarifas domésticas, esto es un promedio de $63.600 por tiquete (con base en la tasa de cambio de esta semana), y de 100 dólares en un vuelos internacionales, que representa unos 318 mil pesos.

Para el caso de las conexiones nacionales, el 47% del costo de un tiquete equivale a la sumatoria de los impuestos y las tasas aeroportuarias. Para los destinos externos, la carga impositiva es del 55%. Sin duda, la simplificación y la supresión de impuestos o cargos adicionales son urgentes.

Sin embargo, un estudio de IATA va más lejos y proyecta que con tan solo bajar el IVA del 19% al 10%, la demanda anual podría sumar los 2.2 millones de pasajeros nacionales y 3 millones a destinos internacionales.

Con estos datos y en el actual escenario no podemos seguir comportándonos como Venezuela o Argentina, no tenemos afortunadamente sus angustias económicas. Colombia sigue siendo un país con una amplia proyección en el continente y bien vale la pena destinar parte de los recursos de la Nación a consolidar una infraestructura área competitiva, interconectar nuestras regiones y de paso otorgar las garantías justas para que cada vez más personas puedan usar el espacio aéreo para hacer negocios, explotar nuevos destinos con sus familiares o sencillamente experimentar el placer de volar con seguridad y precios justos.

Senador

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