Entre la vanidad y la crueldad animal

Miguel Ángel Barreto

El denominado ‘Testeo en animales’ es una práctica deplorable que hay que erradicar definitivamente de la industria cosmética del país. Una cosa es la producción de artículos cosméticos para satisfacer la vanidad humana y otra muy diferente someter a diferentes especies animales a un proceso sistemático de sufrimiento, enfermedad y muerte.

Para comprender el tema, hay que explicar que, por décadas, antes de que saliera un producto cosmético al mercado, sus componentes, químicos en su mayoría, eran probados en animales para descartar cualquier riesgo en la salud humana. De esta manera, jabones, bronceadores, soluciones para lentes de contacto, maquillajes, mascarillas, laca para el cabello, champús y espumas para afeitar, entre tantos otros, se prueban aún en conejos, roedores, cobayas y otros animales.

Muchas de estas especies quedan ciegas, resultan con enfermedades propias de los seres humanos y en poco tiempo mueren. Dichas pruebas resultan dolorosas, estresantes, invasivas y a todas luces es una cruel forma de explotación y crueldad animal. Dentro de los daños encontrados en estos se incluye altos niveles de toxicidad (envenenamiento), mutagenicidad (daño genético), teratogenia (defectos de nacimiento), carcinogenicidad (cáncer) y daño genético embrionario, por solo mencionar algunos.

Precisamente, desde el Congreso de la República se ha venido impulsando el proyecto de Ley 120 Cámara y 264 Senado, liderado y de coautoría del Representante Juan Carlos Lozada Vargas y del cual me corresponde la ponencia de la iniciativa en el Senado, por medio del cual queda prohibida la experimentación y la comercialización de productos cosméticos, sus ingredientes o combinaciones cuando hayan sido objeto de pruebas con animales.

Igualmente, se imponen severas sanciones a cargo del Invima, a personas jurídicas o naturales que infrinjan esta ley como es el pago de multas que van desde los 133.33 hasta los 50 mil salarios mínimos legales mensuales vigentes.

También se apremia al Gobierno nacional a generar estímulos, incentivos y facilidades para el fortalecimiento de las capacidades de los laboratorios e instituciones de investigación nacionales que desarrollen y apliquen modelos alternativos para evitar el uso pruebas en animales en esta industria siempre y cuando sean validadas por la comunidad científica internacional.

De hecho, en otros países ya se usan técnicas avanzadas para probar la eficiencia de estos productos como son: Pruebas in vitro, cultivos celulares, bacterias, hongos, estudios epidemiológicos, ensayos clínicos, tecnología de imágenes y modelos informáticos. La urgencia de esta ley parte de la protección de especies vulnerables, por lo cual se requiere crear un marco normativo para abandonar definitivamente estas prácticas y fortalecer las empresas nacionales que quieran exportar al mercado europeo.

Colombia hace parte de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico -Ocde- conglomerado de países industrializados y otros en vías de desarrollo que generó una directriz global a todos sus asociados en el mundo para revisar, prohibir y poner punto final a este tema. En tal sentido, ya son más de 40 las naciones que asumieron el compromiso de erradicar el testeo en animales, como es el caso de la Unión Europea que mediante el Reglamento Europeo No. 1223 de 2009 prohibió este tipo de prácticas, sumado a otros países como Estados Unidos, Brasil, Australia, entre otros.

De igual manera, para las compañías colombianas puede resultar positivo en el mediano y largo plazo, pues los nuevos estándares de calidad exigidos en el ámbito global para productos de belleza garantizarían el acceso a mercados muy rentables. En el planeta hay 1.500 millones de seres humanos que adquieren productos cosméticos.

De hecho, el país se fijó como meta ser reconocido en 2032 como líder mundial en producción y exportación de cosméticos, por lo que se hace perentorio adoptar nuevos modelos de investigación y desarrollo cosmetológico internacional. Sin embargo, vale aclarar que esta ley no crea restricciones a los investigadores farmacéuticos, así como a los laboratorios de investigación genética, bioquímica y otros campos propios de la salud humana.

Por el momento, la tarea para los consumidores comprometidos con el medio ambiente es que cuando vayan a comprar alguno de estos artículos exijan a las grandes marcas de belleza que certifiquen el no uso del testeo en animales. La vanidad en los seres humanos no puede seguir dándose el lujo de extinguir, maltratar y abusar de especies animales inocentes.

Senador

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