¿Es posible otra realidad política en el Tolima? (II)

Alberto Bejarano Ávila

Astutos si son quienes detentan el centralismo económico y político. Como el sagaz ladrón que grita… ¡cojan al ladrón!, ellos ahora embolatan el clamor de la Colombia olvidada con iniciativas riesgosas para sus verdaderos propósitos. Enfoque territorial, descentralización y reforma política son neo promesas de los que jamás se harán el harakiri con reformas de tal alcance, pero que sí alucinan a quien rehúsa admitir que las grandes reformas nacen de la lucha colectiva de sociedades conscientes, unidas y decididas a lograr sus sueños y no de pueblos donde está arraigado el espíritu gregario y la resistencia al cambio.

Todo cambiará si los tolimenses, con un renovado enfoque sistémico de nuestro propio territorio, logramos peso político específico frente al país para que así la descentralización sea conquista y no falsa promesa centralista y este histórico hecho de empoderamiento solo surgirá de un partido regional cuyo sesudo y veraz proyecto político sea el progreso del Tolima.

La dura experiencia ya tendría que habernos enseñado que el solo fin electoral de un partido político actual o alianzas y coaliciones, así sea de buena intención (?), lejos está de tener margen de maniobra alguno para cambiar nuestra endémica realidad.

Negar la idea de que el desarrollo y la universalidad se construyen desde dentro y no por dádiva ajena es ahijar la ruina política del Tolima. Explico esta aserción con uno de tantos casos sabidos: la Comunidad Autónoma Vasca o País Vasco, en sus 7234 Km2 (30.7% del Tolima) ha logrado un nivel de desarrollo muy superior a la media de las 17 autonomías Españolas y por sí misma (algo innegable) es región tan universal como lo es España y, en gran medida, estos logros se deben a cuatro o cinco partidos políticos raizales, el más histórico el PNV (Partido Nacionalista Vasco) fundado en 1895 y que hoy gobierna esta comunidad y no tanto al PP ni al Psoe, partidos nacionales y tradicionales. El tema daría para largo.

Desde este enfoque de lo político-regional parafraseo un viejo refrán y digo que es mejor ser cabeza de guatín que antediluviana cola de dinosaurio y de este modo argüir que, visto cualitativamente, es más grande un partido regional auténtico que un anacrónico partido nacional y asimismo argüir que desde lo regional seremos actores de la política grande, en tanto que, en el centralismo partidista, solo víctimas o súbditos del politiqueo menudo. Se colegirá entonces que todo es cuestión de girar 180º “la tuerquita paradigmática”

En la tertulia casual suele oírse que el Tolima es liberal, conservador o renovador, según el contertulio. Tan respetable juicio no significa que un buen “gen político” deba estar atado a la antigualla política, pues es realmente posible que a un partido regionalista y pluralista converjan “genes” tradicionalistas, aperturistas y alternativos para cambiar la historia del Tolima y de paso forzar a partidos y actores políticos nacionales a compartir una dialéctica sensata sobre el desarrollo socioeconómico tolimense.

Finalmente señalo que así algunos adalides del cambio rotulen esta idea con un pálido “no se puede”, al menos queda como constancia de que más que a la protesta, nos conviene ejercer el derecho a la propuesta.

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