Política, economía y “genética” del desarrollo regional (I)

Alberto Bejarano Ávila

Sobran razones para adherir al abstencionismo, pero no, actuaré como “demócrata” y con lupa miraré tolimenses (no intrusos) probos para elegir parlamentarios y, para presidente, votaré por una alianza decente, no retrógrada y con posibilidad real. Confieso que voto sin esperanza (para que la cosa no empeore) pues en la política regional, aunque inteligentes algunos, a nadie veo leal y honradamente enfocado en el desarrollo tolimense y en el país solo veo mezquindad, reformismo y retórica anémica. Creo será otro cuatrienio perdido. Con algo de memoria histórica reconoceremos que en la extendida era frentenacionalista (60 años) poco cambió para bien y mucho para mal, tendencia que sin duda continuará con lo que se avecina y por ello podríamos suponer la existencia de clima propicio para las ideas disruptivas y hostil con las ideas retrógradas. Para aclarar este hipotético supuesto, con respeto invito a que, de las teorías sobre el desarrollo hoy en auge, distingamos cuales son anacrónicas y cuales son innovadoras. Al menos en política todo es más de lo mismo.

No ser candidato ni escudero me permite contarles a quienes leen mis escritos que no son pocos los años dedicados a observar e investigar sobre lo que hoy denomino “genética del desarrollo regional”, cuyos hallazgos compendié en documento aun inédito dado lo poco eficaz de la gestión hecha para editarlo (de ello algo diré más adelante). Del capítulo sobre líneas de acción, aleatoriamente he reescrito unas ideas a modo de ensayo: “alcances de un proyecto político para el Tolima; gestión pública y desarrollo regional; los tres millones de tolimenses; cómo cambiar la realidad política regional; corresponsabilidad sectorial con el futuro del Tolima; valor estratégico del cañón del Combeima”. En una o dos cuartillas es difícil plantear la tesis sobre la “genética del desarrollo regional” y sus enfoques estructurados, sistémicos y sinérgicos y de ahí que, por ahora, expreso que en la relación hilada de causa y efecto hallamos explicaciones que difícilmente reconoce el prospecto desarrollista de muchos estamentos económicos y político-populistas. A modo de ejemplo veamos el reto del pleno empleo (promesa ubicua), solo cierto en economías pujantes y competitivas, que son privativas de sociedades emprendedoras, cohesionadas y articuladas y de ahí que, al no ser ésta la característica de nuestra sociedad, entonces las promesas de pleno empleo son argucias para mimetizar otros fines con tinte moral.

Del leve ejemplo podemos concluir que por rigor conceptual, responsabilidad histórica y seriedad política, el asunto esencial no es cómo construir pleno empleo (fábula electoral) y digamos que tampoco es cómo construir economía una competitiva y pujante (frase de cajón), puesto que realmente el quid del asunto es cómo hacer de la nuestra una sociedad emprendedora, articulada y cohesionada (Excusen la redundancia) capaz de construir esa economía competitiva y pujante que genera empleo masivo y de calidad y, de hecho, crea espacios para el empoderamiento, la autonomía, la equidad y la inclusión social, atributos indispensables para hacer sostenible el desarrollo regional. Continúa…

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