Política, economía y “genética” del desarrollo regional (II)

Alberto Bejarano Ávila

En la primera parte del escrito dije que el quid del asunto es cómo edificar una sociedad emprendedora, articulada y cohesionada capaz de delinear su visión colectiva de futuro y un modelo estratégico para alcanzarlo y ahora agrego que esa esencia siempre se esquivó por una razón por todos percibida y de algún modo revelada cotidianamente al afirmar que “el problema del Tolima es de mentalidad”.

Parece sí que la sabiduría popular aún no percibe bien que todo lo bueno de la sociedad jamás nacerá de lo malo de su cultura y de su práctica política, arraigadas ellas en la añeja mentalidad que denunciamos y, por ende, es necio creer que la política cambia si el político cambia, eso solo atiza el candor.

La médula de la política son las ideas y no el político y de ahí que elegir a quien carece de tesis sesudas y pertinentes es caer en ruindad electoralista y falsear el sentido histórico del Tolima. Solo si el imaginario colectivo cambia de paradigmas, el político modificará su erróneo proceder. Sustento la tesis planteando que así exista un político intrínsecamente honesto y buena persona (algo probable), él no podrá ser un actor de cambio porque está “hundido hasta la coronilla” en el costal clientelista y de ahí que, como los hombres, según algunas señoras, todos los políticos sean iguales.

Abrevio diciendo que este es el laberinto donde está atrapado el devenir tolimense y que somos los mismos tolimenses los obligados a hallar la salida y por ello señalo la necesidad de un claro reenfoque del territorio histórico que, desde su época fundacional, fue soñado por líderes y pobladores como legítimo y merecedor entorno de desarrollo económico, de modernidad y de inclusión social, sueño siempre diferido porque los tolimenses no hemos trazado las coordenadas teóricas y políticas correctas para convertir sueños en realidades.

Pues bien, esta ausencia de norte fue motivación para dedicarle, como dijera atrás, varios años a dilucidar lo hoy acuñado como “genética del desarrollo regional”, tesis aun inédita por razón que ahora narro: Resulta que mi natural candidez me hizo creer que estas ideas, ordenadas y compendiadas, servirían de “fundamento para el gran diálogo sobre el futuro del Tolima” (así lo titulé) que podría ser convocado por una organización gubernamental, gremial, política o social afín al pensamiento disruptivo y dispuesta a que los tolimenses nos empoderemos para producir el necesario y anhelado quiebre histórico de la región.

Animado por la idea toqué varias puertas, pero, tal vez, fui incapaz de explicar bien que la propuesta surgía de un modelo analítico diferente a la estructura de análisis convencional que acaba, como el simposio o el foro, en lugares comunes. La respuesta fue negativa más no perdida, pues aprendí que es real la paradoja de que todos deseemos el cambio, pero pocos deseen cambiar. De todos modos, aunque en desorden, poco a poco iré planteando elementos conceptuales sobre un nuevo modelo de futuro para el Tolima.

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