¿Están arreglando al Tolima?

Alberto Bejarano Ávila

Recurrente es este gracejo repentista ante una tertulia informal: ¿están arreglando el país? El mismo gracejo nunca se escucha en modo región: ¿están arreglando al Tolima? Así suene trivial digo que tal desfase denota que la lógica regional emana de enajenantes matrices de pensamiento exógeno y no de la reflexión endógena y de ahí nuestra liviandad. La influencia externa en nuestras ideas es urdida porque el excluyente poder oligopólico-político pervive gracias a la fragmentación social y la incoherencia política y quienes usufructúan ese poder bien saben que exacerbando odios y pregonando sofismas logran desunir y despistar.

Con mentiras se inculcan miedos infundados y el miedo excita odios viscerales que desunen o fragmentan a la sociedad, mientras que la incoherencia política se logra con el incesante y sofístico discurso macroeconómico planteado como único e infalible dogma del desarrollo para así impedir que sociedades como la tolimense se reconozcan y se reencuentren en un contexto histórico-territorial colmado de recursos y potencialidades con los cuales se podría construir una realidad sustentable y sostenible de bienestar social realmente inclusivo.

Del “terrible cuento del coco” la sensatez tolimense ya debería estar curada y, en respuesta a las recetas del BID, BM, FMI, la teoría económica del arrogante Minhacienda de turno y la dirigencia gremial nacional y el programa reformista y engañabobos de casi todo candidato a la presidencia y, aceptémoslo, de todo político regional, el Tolima inteligente e ilustrado tendría que diseñar y construir un modelo de desarrollo “a la tolimense” para salirle al paso al progreso nacional y mundial, un vía contraria a la alucinante doctrina dominante que nos inculca que el desarrollo nacional y mundial son fuente y guía de la prosperidad regional.

Para que la retórica vacía no escude más el atraso y dé paso a la pertinencia, compromiso y eficacia en las tareas de trasformar al Tolima, entonces el quehacer diario no sería la amena tertulia para “arreglar al país” y culpar al político del atraso, sino el aporte de universidades, organizaciones sociales, intelectuales, aparato mediático y otras fuerzas progresistas, para idear, entre otras, las siguientes construcciones básicas que caracteriza a regiones opuestas al centralismo y dispuestas a escribir su propia historia: entramado sociológico, juridicidad regional, cultura identitaria, institucionalidad regional, sociedad civil organizada, estatuto autonómico, organización política, organización económica, aparato financiero propio.

Sí el patriotismo inicia en el regionalismo, porqué en los “debates presidenciales” el asunto centralista se soslaya y no se le pregunta a los candidatos si apoyarían o no la reconstrucción social del Tolima y cómo lo harían y con base en las respuestas asumir posición política. Este asunto me es claro y por ello confiaré en un candidato decente, con talante de estadista, no reformista y sí capaz de conducir grandes cambios, como hacer de Colombia un país de regiones, cambio medular que los tolimenses, si quisiésemos, podríamos encabezar.

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