Sobre la intelectualidad regional

Alberto Bejarano Ávila

Respecto a cómo han incidido los intelectuales tolimenses en el devenir de nuestra región no podría fijar posición clara y concluyente, pues tan exigente asunto compete a eruditos y tratadistas, es decir a aquellos intelectuales y no a un simple ensayista cuartillero que aboga por la consensuada aceptación del atraso tolimense y, por efecto, la extendida intención de hallar porqués de ésta, digamos que tolerada verdad, pues así empezaríamos a despejar el camino del futuro. Sobre el rol de la intelectualidad regional entonces sólo procede plantear algunas lecturas y confiar que haya interesados en ahondar en tan determinante cuestión.

A lo largo de la historia y para orgullo nuestro, el Tolima ha aportado al país prohombres de gran lucidez en todas las disciplinas del saber. Esto es innegable pero, al mirar la otra cara de la moneda, surge un interrogante: ¿nuestros eminentes paisanos qué le han aportado al pensamiento del Tolima? La respuesta a ésta duda muestra que algo extraño sucede con el magín regional, pues (permítanme un juego de palabras) parece que por anormal mutación no pensamos la región desde la región o que somos buenos para pensar el país más no tanto para pensar la región o que pensamos el país creyendo que pensamos la región.

Aquella rara mutación podría explicar el atraso tolimense, pues deforma el plano correcto para forjar progreso. En estricto orden, el hipotético plano exigiría que el intelectual asuma su región como objetivo de desarrollo y, desde ésta visión, acometa lo nacional y lo mundial para así establecer la eficaz correlación política de territorio y globalidad. Invertir tal orden lleva a privilegiar el pensamiento ajeno o lo mismo, permite la “colonización intelectual” de la región y por ende que ésta sea incapaz de construir pensamiento para su propio interés. Oportuno el texto de M. Fernández Abella: “Al no poder aceptar que somos libres en jaulas, nos movemos en mundos de palabras queriendo ser libres”.

Ahora y siempre el Tolima tiene y tuvo sesudos intelectuales cuya cuenta, por extensa, seria parcial y por tanto injusta. De ilustres pensadores que otrora dieran luces al país uno ignora, como dije, sus aportes al pensamiento regional y, de algunos contemporáneos, conocemos trabajos en temas puntuales de historia, sociedad y economía tolimense, pero en verdad la intelectualidad ha eludido un pensar ordenado y sistemático sobre el Tolima y más bien, en ciertos casos, se constata que ha sido proclive a la arcaica mentalidad y las inicuas prácticas que tanto repudiamos e igual, algo tacaños en análisis profundo y crítica constructiva.

A Gramsci, quien acuñó el adjetivo “intelectual orgánico” dijo: “El intelectual moderno no es simplemente escritor, sino director y organizador involucrado en las tareas prácticas de construir la sociedad”, para nuestro caso la sociedad tolimense. Sobre ésta máxima debería meditar aquel, que con tonito peyorativo, califica de provinciano a quien piensa la región y, por creerse ciudadano del mundo, levita y tácitamente muestra desprecio por su tierra.

Comentarios