Enfoque disruptivo sobre economía regional (I)

Alberto Bejarano Ávila

El tolimense espera el progreso como efecto de las políticas económicas y no de la economía política y de ahí el extravío de quienes elaboran visiones y estrategias de desarrollo regional. Grosso modo, toda política económica que emana de los tecnócratas nacionales se “cranea” para dar beneficios a grandes actores económicos y mostrarle al marginado la “sensibilidad social” del gobierno, es decir, lucro real para unos y percepciones y paliativos para los otros, ardid que imitan los gobiernos territoriales y de ahí la ausencia ciudadana en la construcción económica, pues, casi que por reflejo condicionado, se infiere que el progreso proviene del gobierno y no de la imaginación y emprendimiento de miles de tolimenses.

Si a las ciencias sociales (antropología, sociología, historia, etc.) se suma la economía política como ciencia que informa el abecé del desarrollo regional, sin duda tomaríamos conciencia respecto a la abundancia y variedad de recursos que tiene la región para progresar y, desde luego, los tolimenses dejaríamos de ser desavenidos y escépticos, pues entenderíamos que en nuestro vasto territorio, además de caber todos, también todos podemos construir una región de dueños y una economía de bienestar social, o igual, el auténtico desarrollo.

Hay quien dice que “buen negocio es aquel en que todos ganan”, idea opuesta a lo que otro, más que decirlo, lo hace: “todo o nada”. Estas dos apreciaciones de lo económico explica la vieja y nunca dirimida tensión entre las apologías de la pobreza y de la riqueza que acabaron siendo discurso para legitimar políticamente tanto a la izquierda como a la derecha, tensión que, al no zanjarse mediante el diálogo útil, condenó a Colombia a padecer todas las plagas endémicas del subdesarrollo, así los gobiernos insistan en mostrar ríos de leche y miel para hacernos creer que, por su sabia gestión, ya todos disfrutamos del pleno bienestar social.

Cómo el tecnócrata clásico centra sus tesis del desarrollo en los negocios privados y en la política social del Gobierno nacional, los factores capitales del desarrollo integral del Tolima, si bien están en el paisaje tolimense, nunca fueron vistos como una sola realidad simbiótica y sinérgica, sino como bloques pugnaces. Seis serían los factores, tres que forman la realidad económica y tres trasversales que apuntalan tal realidad: a) economía privada, b) economía pública, c) economía cooperativa o asociativa, d) ahorro regional y formación de capital, e) educación para el desarrollo, f) investigación, tecnología e innovación. La atención que los analistas del desarrollo prestan hoy a estos factores es fortuita pero no profunda e integrada y, por ello, así creo, la opinión pública califica más por la excepción que por la regla, es decir, loamos ejemplos, mas no inculcamos la sana ambición empresarial y por ello hoy la industria netamente tolimense es pírrica, las empresas públicas débiles, la economía solidaria anodina, las oportunidades se ceden ingenuamente a agentes externos y, por supuesto, millares de tolimenses simplemente sobrevivimos. Sigue…

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