Enfoque disruptivo sobre economía regional (II)

Alberto Bejarano Ávila

Sí en la sociedad moderna, culta y justa, la función social de la riqueza es principio cardinal, entonces debería aceptarse que el meollo del atraso regional es la omisión de ese principio y no la tirantez entre ricos y pobres que impide entender la riqueza como instrumento para lograr el bien común y aplica injusto rasero a quien con ética, talento y ahínco construye el sector privado de la economía.

Aunque pocos, el Tolima sí tiene empresarios imaginativos, y sensibles frente a la pobreza, muy distintos del jurásico mercader que con atávica codicia, ve la miseria, la ignorancia y los bienes públicos como “oportunidades calvas” para atesorar capital sin retornar a la sociedad algo de lo obtenido y muchas veces usurpado.

Adrede aludí al sector privado de la economía regional a efectos de abordar un asunto que hoy se ve ambiguo. Tal asunto radica en que el desarrollo económico no se circunscribe sólo a la gran empresa y los inversionistas, de cuya gestión derivaría el bien social (empleo, salud, educación etc.), pues esta es premisa sagaz que el neoliberalismo usa para dar tinte ético a su insolidaria y voraz posición dominante, ocultar las secuelas del monopolio y la exclusión, alejarnos de nuestra obligación de preservar y defender los recursos naturales y alienarnos para que aceptemos dócilmente el “rebusque” como única forma de vida y no entendamos que el Tolima sí cuenta con gente capaz de construir una economía grande y pujante.

Los menos jóvenes sabrán que Electrolima (economía pública) y Cooperamos (economía solidaria y capital popular regional), siendo las dos empresas más grandes del Tolima, a final del siglo XX, cedieron frente el alud privatizador que halló camino libre en la frágil identidad regional. Evoco este hecho porque en aquella época, para acicatear la ambición empresarial cooperativa, usé la “ironía didáctica” diciendo que había pequeños reinos de 100 Mts2 y no embriones de imperios de solidaridad.

Argüía así que las cooperativas de corta visión serian anodinas, tesis que hoy amplío aconsejando infundir un ambicioso espíritu empresarial para que la economía tolimense (pública, privada y solidaria) origine riquezas y progreso social y así, con realizaciones económicas, zanjemos la necia tensión entre riqueza y pobreza. Consecuente con la innegociable tesis de que el progreso regional en esencia compete a los tolimenses, de manera simplificada (no simplista) intenté hilvanar un enfoque disruptivo de economía regional que pudiera servir de arras en una eventual conversación cuyo propósito seria acordar, desde lo complejo, integral y sistémico, un modelo económico para el Tolima. Añado al enfoque cuatro supuestos:

a) la economía del Tolima es mucho más que negocios,

b) pensar crítica y propositivamente la realidad debería avivar la imaginación y acicatear la decisión de forjar otra realidad,

c) directa o indirectamente, todos podemos y tenemos que construir la economía tolimense,

d) quien cree que la economía debe estar al servicio de las personas debería dedicarle más tiempo a construirla que a exigirla.

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