“Aunque la mona se vista de seda...”

Alberto Bejarano Ávila

En alegórica figura diría que el ejercicio político es como una magna obra teatral (proyecto político), escrita por un insigne dramaturgo (ideólogos, científicos y técnicos), convertida en libreto fiel (temas electorales), interpretada por magníficos actores (partidos, candidatos y elegidos) y exhibida en escenarios colmados de exigentes espectadores (electores y aparato mediático).

En este símil, cada exigente espectador sería garante de la calidad interpretativa de la obra, pues si así no fuere, los actores se convertirían en bufones, falsearían el libreto, asaltarían la taquilla y todo acabaría en sainete mediocre donde, en últimas, el espectador fungiría de siervo y la realidad seguiría siendo caótica y decadente.

Con certeza afirmo que no existe ninguna posibilidad de que algún elegido el 27 de octubre del 19 cause un quiebre histórico en el Tolima, pues con lo que hoy vemos resulta “mamey” predecir lo que vendrá. Creo ser objetivo y veraz si digo que el fiasco puede preverse porque ni partidos ni candidatos tienen proyectos políticos para la región y por ende su unión se da por avales y no por ideologías, impudor que ratifica el divorcio entre el fundamento político serio y la insana ambición electoral y de ahí que en la temporada electoral que empieza, los discursos serán discos rayados del “bla bla bla” sobre la problemática social ya escuchados en enésimos episodios anteriores, donde, además, no existieron espacios ni motivaciones para opinar y debatir, sólo para escuchar y aplaudir majaderías.

Intrínsecamente muchos de los aspirantes son buena gente, sinceramente lo digo, pues no creo irrespetar en lo personal a ningún candidato si descreo de su vocación política y afirmo que quien es avalado por partidos tradicionales nada nuevo podrá ofrecer, porque la matriz de ideas, intenciones y mecánica política sigue siendo impúdica. Otra cosa esperaríamos de partidos y candidatos autodenominados “alternativos” porque tal acepción indica cambio y por tanto otra matriz de ideas, propósitos y prácticas, es decir, el lazo entre candidatos y partidos serían proyectos políticos serios y sustentables. De no ser así entonces “apague y vámonos”, y al “alternativo” le diría: “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.

El proyecto político es el quid de lo electoral y partidos y candidatos correctos son aquellos que unidos y con derroteros claros convocan a la opinión a participar de procesos históricos de cambio y no a engañifas y a episodios electorales perversos.

Hoy los “alternativos” están agrupados al menos en diez partidos que los atomiza y les impide ser fuerza decisoria. Este hecho, sin duda, es efecto de la ausencia de proyecto político sustentable, del personalismo y la tonta imitación del proceder político que objetan y por ello, si quieren ser opción, deben agruparse en un solo partido o alianza cuyo objetivo sea la redención del Tolima y no ganar elecciones, asunto éste que, no lo olviden, es estrategia y no causa. “Alternativos”, electores y medios deberían repensar sus posturas frente a la nueva temporada electoral.

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