¿Y del acoso alcabalero qué?

Alberto Bejarano Ávila

Tenaz es la lucha contra el acoso sexual, laboral, escolar, cibernético, etc., pero parece que en Colombia y en especial en las regiones y municipios, no adjetivamos como tal el continuo acoso del insaciable apetito alcabalero que está llevando al desespero al ciudadano que día a día ve disminuido su ingreso y calidad de vida. A algunos gobernantes, mentirosos y medio funcionales más no cerebrales, que juraron trabajar por el bienestar general, les importa un comino que Colombia sea uno de los países más desiguales del mundos y ven al ciudadano como “vaca de ordeño” y no como persona con derecho a una vida digna, segura y próspera o al menos llevadera.

Mientras regalan recursos naturales y reducen impuestos al pudiente, con cínica palabrería populista meten mano al bolsillo de las gentes con toda clase de gravámenes progresivos. Ahora intentan el IVA para toda la canasta familiar; encarecen la gasolina por fuera de toda lógica; suben peajes para enriquecer concesiones; el impuesto a la renta ya casi afecta a quien no tiene renta; fijan multas por todo y no sería extraño que pronto cobren por respirar aire contaminado que emanan las desaconsejadas tecnológicas que ellos mismos introdujeron (combustible fósil) y por las cuales hoy no existe transporte fluvial, trenes, metros y tranvías. En fin, muchas son las medidas aviesas que incrementan la desigualdad.

Pero no es solo en lo nacional, en regiones y municipios la alcabala se usa para empobrecer, no para progresar. Ejemplo de ello es Ibagué, donde impondrán fotomultas que no servirán para un carajo (o sí, favorecer a futuros contratistas y agobiar conductores). A ello sumemos la ciclorruta sin bicicletas por “la Ferrocarril” (¿hicieron estudios?); la brutal “disparada” del predial que a todos “hará chillar”; los reductores de velocidad anti técnicos y algunos donde son inútiles; las alzas excesivas de servicios públicos. Esto sucede en una municipalidad que muestra altos y crónicos índices de pobreza, desempleo y subempleo.

De otra parte, es notoria para nosotros, ciudadanos rasos, la ausencia de hojas de ruta claras para terminar el Panóptico, la infraestructura de acueductos; los escenarios deportivos (¡ay del parque deportivo!). Igual ofende la culequera de la venta del CAM; el grave daño ecológico del Cañón del Combeima y en general la desidia por asuntos medulares del futuro. Deberían saber que apalear gente para hacer obras es innoble y que la única vía para que el erario y el bienestar social crezcan acompasadamente es construir desarrollo, pero de ello ni mu.

Creo en la sana intención de los regentes, pero igual creo “a pie juntillas” que nos dejamos invadir de una mentalidad anacrónica y cortoplacista que enceguece la visión del largo plazo y asocia obras con inauguraciones e imagen personal y por ello diría a los gobernantes que “cambien su chip” e inviten a pensar y construir desarrollo bajo la premisa de que, aunque no lo podrán inaugurar, en 20 o 30 años serán recordados con admiración y gratitud.

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