Veámoslo desde otra perspectiva

Alberto Bejarano Ávila

Ahora que ya empiezan a madurar los propósitos de enmienda para 2019 y partiendo de un interrogante, reflexionaré sobre una tesis que considero pertinente: ¿en qué ocupamos los tolimenses el magín político? No aludo al pensamiento relativamente privativo (trabajo, familia, salud, recreación etc) y sí al pensar social en su más hondo significado, pues este, para bien o para mal, nos asocia en el anhelo de construir progreso, mejores oportunidades para los hijos o un mejor vividero.

La pregunta de algún modo está ligada a “aquel problema de mentalidad” al que, con plena razón pero sin aclarar en que radica, en charlas informales y en no pocos momentos formales, se alega casi siempre como causa del “despelote”.

La insólita e irreverente tesis señala que cerca de un 100% de nuestro pensamiento político (excusen que así mida algo subjetivo) se correlaciona con lugares comunes que tipifican al contexto nacional utilitarista y decadente y, diríase que nada (0%), con el contexto que nos es pertinente, lo regional.

Así entonces no pensaríamos metódicamente el entorno donde podemos empezar a remediar viejos y graves males y sí desde el mórbido ambiente dónde el mal incuba y, eso dicen, solo “la mordedura de perro se cura con pelos del mismo perro”.

Veamos sucintos ejemplos de ello: La política regional se informa en los avatares partidistas, caudillistas, clientelistas y aviesos casi siempre y no imaginando, dialogando y conviniendo un genuino prospecto político para gestionar el interés regional. Valerosamente se libra una lucha por mejor presupuesto para la educación, más nunca se luchó por un correcto modelo educativo para el Tolima.

Los colectivos ambientales encaran con valor amenazas puntuales (“Galilea”, Cajamarca) pero no un programa político-estratégico para la defensa integral del territorio regional. La economía se concibe desde lo tecnocrático y lo macroeconómico, pero nunca se quiso pensar, siquiera como bosquejo, un modelo económico regional.

La idea de esta reflexión no es atizar enojos, sino invitar a reflexionar sobre la inconveniencia de pensar únicamente por dictados impropios creyéndolos superiores y la conveniencia de pensar como constructores creativos de un hábitat que corresponda cabalmente a nuestro derecho a vivir en modernidad y prosperidad. Siguiendo la línea matemática digo que bueno sería pensar lo nuestro en un 70% y lo “de arriba” en un 30%, creo que ésta proporcionalidad es la correcta para así desmentir la premisa de que tenemos “un problema de mentalidad”.

Iniciemos por referentes que inviten a soñar y luego pensar cómo realizar los sueños y para ello podemos mirar hacia un cantón suizo, una provincia noruega o canadiense, un estado federado alemán, una comunidad autónoma española.

Así cotejaríamos nuestro territorio de 24 mil K2, tres millones de tolimenses avispados y grandes riquezas naturales, para saber que todo lo tenemos para parecernos a aquellos referentes. Claro, falta claridad y voluntad para despegar y no soportar más el deshonor de “liderar el desempleo” y otras desgracias.

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