Tres riquezas para el desarrollo regional

Alberto Bejarano Ávila

Señala un proverbio judío: “Todos se quejan de falta de dinero, pero de falta de inteligencia, nadie”. Tal adagio lleva a pensar esta exageración prospectiva: el fin misional del tolimense es alcanzar un estadio de tres riquezas integradas, mental, económica y ambiental (hábitat digno).

Aun en el evento imposible de que el PIB tolimense creciera por encima de la media nacional, sin las dos primeras riquezas, la nuestra sólo seria tierra de ricachones y no pueblo capaz de construir y sustentar su prosperidad.

La historia nos enseña que con dineros ajenos el Tolima siempre fue pobre y por ende es aquel fin misional el que acercaría los extremos ideológicos que hoy nos dividen y moriría el eufemístico centro donde se refugia “el que no es pero parece”. Solo así nos reencontraremos y haremos cierta la “unidad en la diversidad” para empezar construir una región propia, cooperativa, equitativa y próspera.

Hoy, la lógica del desarrollo es populista porque da ventaja a quien ejerce “la profesión” política y alimenta una racionalidad miope e incoherente que lleva a la sequedad ideológica del gobernantes de derecha, izquierda y centristas (“todos a una…”). De allí la ausencia de iniciativa, liderazgo y unidad para empoderar al tolimense y por lo mismo la creencia de que es “de inteligentes y eficientes gobernantes”, obtener préstamos a largo plazo y a tasas que multiplican el capital conseguido, para construir obras (muchas despreciables a corto plazo) y crear y “subir” tributos que destruyen el ahorro y por tanto el progreso regional. Así es el grotesco “ingenio vende región” que destruye lo público y con él lo privado y lo social.

¿Cuáles han sido las iniciativas realmente sagaces para construir capitales para el desarrollo regional? Ad portas de una nueva generación de conspicuos gobernantes (?), conviene que consideren la simbiosis de aquellas tres riquezas (mental, ambiental y económica) y, sobre ello algo aconsejaré a título de ejemplo, pero antes un poco de ironía que pudiera esclarecer la percepción de inteligencia y liderato con fundamento político propio y por tanto opuesto al determinismo desarrollista.

Reza el Refranero Castellano: “haz rico a un asno (dale poder, diría yo) y pasará por sabio”.

En pocas líneas, los consejos anunciados: a) Que, en todas las ciencias, el aparato educativo asuma al Tolima como tema de estudio y así reordenar su naturaleza sistémica y potenciar sinergias para escalar crecimiento económico, público y privado; b) Sumar al flujo financiero regional capitales hoy en fuga, democratizando sus empresas públicas (Ej. he propuesto que el Ibal sea propiedad de sus usuarios); integrar empresas públicas para optimizar márgenes de maniobra y racionalizar costos; crear asociaciones productivas (la cooperativa de trabajo asociado CTA es buen modelo); hacer alianzas público-cooperativas para formar consorcios que provean crédito público (los intereses sumarían al flujo financiero regional), financien programas de vivienda y creen líneas de microcrédito para afrontar la usura. Mi razonable escepticismo dice que la improbable respuesta sería ¡no se puede! Que levedad tan verraca.

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