“Una cosa es una cosa y...”

Alberto Bejarano Ávila

Tal vez porque quisiera tener esa virtud, admiro y respeto a quienes con valentía y solvencia ética e intelectual denuncian entuertos, hacen control político a individuos ineptos, livianos y cínicos y libran continua y tenaz lucha por la educación, el medio ambiente, la igualdad de género. La tierra y el trabajo rural, el salario digno, etc. Sin la intrépida e informada denuncia y la ardua lucha social sin duda Colombia sería un país aún más desigual y los pocos ejemplos de equidad social no existirían, porque quienes controlan el país (detentadores del poder) no los establecieron por su propia voluntad, pues ellos son mezquinos por naturaleza.

Pero si bien la denuncia o la lucha social mejora, alivia, atenúa, hace llevadera la vida y logra conquistas puntuales, en sí misma no construye o transforma de raíz la dura realidad y por ello, creo yo, lo uno no equivale a lo otro. Este podría ser tema para conversar más no para debatir, porque cuando a debatir llaman (que nadie se enoje) el ortodoxo de izquierda y de derecha, para el caso ídem, con clásicas y cortas tesis políticas, y a veces mal carácter, toma posición dogmática y camorrera que impide argüir que el pensamiento político-estratégico es vasto, tiene sinfín de matices, permite acercar voluntades y su praxis es casi que infinita.

Creo que no solo yo, sino todo aquel que garrapatee críticamente sobre el atraso tolimense será tildado de provinciano o revisionista, dependiendo de qué orilla política lanza el dardo, pues, tan enraizados están los paradigmas dominantes, que “tendrá de correr mucha agua bajo el puente” hasta que nuestro imaginario político acepte que la reconstrucción del país inicia en la región y que esa reconstrucción concierne a la sociedad regional unida por fines superiores y no odiándose por migajas y miserias. Requerimos entonces, además de la lucha social, un incluyente y democrático espíritu emprendedor insuflado de conciencia regional.

Diría que quienes hemos procurado indagar sobre cooperativismo y regionalismo, dos áreas que no seducen a los estudiosos, hemos podido construir una visión simbiótica de territorio, identidad y gente solidaria, imbuida por ideas de democracia económica y política, equidad, autonomía, empoderamiento, etc. Esta visión simbiótica nos muestra que el Tolima tiene la posibilidad histórica de insertarse en la modernidad y el progreso siempre y cuando, como dije, las energías se unan por fines superiores y no por el patético “talante curulero”, ducho en locuacidad y cabildeo, pero renuente a las luchas frontales para cambiar la realidad.

Termino diciendo que quienes valientemente denuncian, protestan y luchan frente al poder central por paliar la realidad, podrían empezar a construir otra realidad social, económica y política en la esfera regional, es decir “en Bogotá” la lucha para ganar espacio y en el Tolima la lucha para construir otras realidades. Creo que sí es posible reencontrarnos en la región, así hayan desencuentros en lo nacional. Reitero que éste sería tema para conversar ¿o no?

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