Política, economía, elecciones y desarrollo regional (III)

Alberto Bejarano Ávila

Siempre pensé que el desarrollo se construía tal como se imaginaba políticamente o de otro modo, que política era el arte de pensar y construir bienestar colectivo y por ello no concibo un ejercicio político que teoriza, pontifica, analiza, discursea, protesta, denuncia, ningunea, engaña, pero jamás construye. Por ésta razón, decía en el artículo anterior, hasta el ingenuo politiquea (el avieso de suyo), pues asume lo electoral ignorando la complejidad territorial y por ende sin enjundia política y de ahí el eterno y cantado fracaso político de unos y otros, pues sin ideas su desempeño siempre será estéril, es decir “mucho tilín y nada de…”

En mi modesto entender no es el atraso económico y sus diversos problemas (ej: el empleo), el quid del declive regional, pues el atraso, con franqueza digo, es efecto de la inopia mental y pobreza de alma, insanias que se agravaron desde tiempos relativamente cercanos, 30 o 40 años (Frente Nacional), cuando empezamos a confundir política con politiquería y de ahí a dividirnos y hasta odiarnos por banderas, prejuicios y sinrazones. Saber por qué la región recula y se hunde cada vez más en el atraso es esencial para hallar soluciones correctas.

Irrefutable es que la inmensa mayoría de tolimenses deseamos otra forma de hacer política, pero, así creo, no hemos podido convenir el cómo hacerlo porque vemos como natural que el rasero de lo político lo fijen los políticos y no la opinión informada y, por ello, el politiqueo se hizo cosa natural. Así entonces y de cara a los comicios de O-27, ¿por qué no utilizar otra táctica preelectoral? Esa táctica seria, “la teoría del caos o efecto mariposa, que indica cómo pequeños cambios de condiciones pueden crear grandes diferencias respecto al resultado final”, cambios que sólo la opinión pública sensata e informada podría producir.

Los candidatos, que siempre se arrogan cacumen de progresistas, bien podrían explicar cuál es su prospecto ideológico y programático para corregir la inopia mental y del alma colectiva que causa problemas y frena soluciones. Como ellos motu proprio no lo harán y si volverán a sus refritas tesis y promesas, entonces es la opinión pública, víctima del desastre histórico y hoy representada en gremios, academia, organizaciones sociales, intelectuales y medios, la que debería negarse a tolerar, espolear y oír trillados cuentos de campaña e invitar a todo candidato a prepararse para dar aquella explicación debida (único tema a tratar) en foros y demás eventos a realizar en los próximos meses.

¿Cómo hacer política seria y proba para enderezar el mal camino del Tolima? Haciendo bien la tarea de explorar la relación de causalidad del atraso para saber que el desempleo y otros males usados como sofismas, son efectos de una mala economía que, a su vez, es efecto de una disfunción mental y espiritual, causa principal que “políticos y pensadores” siempre han soslayado o negado para evadir su culpa. Recordemos entonces, “el efecto mariposa”.

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