¡Y me regañaron!

Alberto Bejarano Ávila

O al menos me sentí aludido por un amable y franco lector que, palabra más palabra menos, en un correo planteó que se estilaba mucha teoría y no íbamos a la práctica y, como ejemplo de coherencia, señaló el nombre de un movimiento decidido a producir el cambio buscando curules en el Concejo de Ibagué y la Asamblea Departamental y, así lo imagino, ya tendrán candidatos para alcaldías y gobernación. …“Un abrazo”, cerraba el mensaje.

Debatir con decencia vale la pena y por ello reconozco que la opinión del decente amigo es relativamente cierta, pues denota afán de utilizar la política para cambiar la triste realidad. Sin embargo, y así disiento, su arrojo y buena fe injustamente acabarán en frustración, pues lo electoral es sólo una instancia del complejo armazón del desarrollo y por tanto tiene que estar imbuido de pensamiento complejo. Ahondemos el tema:

En estos días muchos creen tener méritos para ser elegidos, juicio legítimo y respetable y por ello y en su hora decidiré por quienes votar. Pero desde ya quiero expresar a candidatos y mentores, mi desengaño por el desprecio que una gran mayoría de ustedes muestra por las ideas (sustrato vital de la política) y su obsesiva porfía en creer que el progreso se origina eligiendo o siendo elegido. Créanlo, ese y el de la Lámpara de Aladino son cuentos infantiles, pero el suyo tiene reales y trágicas consecuencias históricas.

Acompáñenme a un atisbo: ¿en los últimos 40 años cuántos candidatos se lanzaron para el Concejo de Ibagué y la Asamblea Departamental, 2.000 o 3.000?, ¿Cuántos fueron elegidos, 200 o 300?, ¿Qué sucedió? Lo explico, pero antes me inculpo yo, que años ha fui concejal, pues como un majadero argüía en campaña cambiar el destino de Ibagué. Ahora sí digo que jamás conocí un candidato que no dijera lo mismo (con ello no juzgo de majadero a nadie y reservo el epíteto sólo para mí) y que perderemos 4 años más. Así sucedió, así sucederá.

Igual ocurre con candidatos para alcaldías y Gobernación, pues todos hablamos sandeces por ignorar que el cambio exige coherencia y honradez mental, virtud posible sólo en una simbiosis ideológica, sistémica y sinérgica y no en la política rústica. Claro, con ideas hoy no se logran votos y por ello entiendo el obrar de los candidatos íntegros, pero igual les sugiero desmarcarse de la politiquería, acoger y mejorar ideas que puedan compartirse y pensar un nuevo colectivo electoral donde se milite por conciencia. Aunque ahora harán lo que toca, no olviden lo correcto, porque si en 2019 ya no fue, quizás en 2023 sí pueda ser.

Por lo anterior invito a aquel amable y franco lector y a quienes bien conocen el por qué estamos en las que estamos, a rescatar el valor de las ideas, pues éstas dignifican y cualifican la política y marcan el compás para remar juntos hacia el futuro que merecemos y merecen nuestros hijos.

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