Me convertiré en derechista

Alberto Bejarano Ávila

Prometo convertirme en derechista, ser conservador furibundo, defender el statu quo, loar los magnos avances sociales y económicos y, a los izquierdosos e inconformes de oficio que teniéndolo todo siguen pidiendo, les diré “que si quieren más que les piquen caña”. Desde luego no seré soez ni valentón de barriada; exaltaré al estadista y no al mesiánico que abusa de la ignorancia; veré contradictores más no enemigos; no ponderaré caudillos sino ideas, coherencia y grandes realizaciones; mis convicciones y mi posición política las expresaré con respeto y razones. En fin, procuraré ser un derechista civilizado e informado.

Por supuesto que mi conversión a lo correcto tendrá un riguroso proceso que no se dará de un día para otro, pues no sería derechista sino un pobre viejo retardatario y miope si no veo la tragedia que viven nuestros hijos, nietos y jóvenes en general, que hoy carecen de empleo digno; se dedican al rebusque; no tienen posibilidad alguna de pensionarse; se educan para salir al mercado de la informalidad; padecen la inseguridad; son acólitos de caciques fulleros o deben emigrar para no volver porque ésa es su única opción para realizarse.

Y más caduco seria sí, sabiendo lo que pasa, no construyo nada y sí defiendo rabiosamente el modelo político y la inmoral mentalidad que ha causado tan grave situación histórica para la inmensa mayoría. Que quedaría de mi integridad si superpongo pasiones sobre razones; sí satanizo la crítica y divinizo al cínico, ladino y farsante; si actuó con mezquindad alegando que todos están bien porque yo estoy medio bien. Sí, seré derechista cuando esté seguro de no ser un troglodita en plena modernidad.

Alivio mi ceguera histórica suponiendo que, en sus tiempos, los abuelos y padres de los hoy derechistas en territorios prósperos y cultos fueron críticos y progresistas y, es de creer, con ese talante asumieron el reto de superar la pre modernidad y lograr el progreso y bienestar que hoy gozan sus hijos. Desde ésta visual resulta patético que acá muchos abuelos y padres de quienes sufren pobreza y atraso sean fóbicos al cambio, pues así niegan oportunidades a sus propios hijos y enseñan a eternizar el círculo vicioso del atraso. El arcaísmo (derechista o izquierdista), siendo oscurantista, divisionista y centralista, niega que la única alternativa conciliadora para trasformar al Tolima sea el regionalismo progresista.

Mi conversión sucederá cuando ser progresista carezca de sentido, o igual, cuando el Tolima alcance un nivel de calidad de vida similar a Dinamarca, Nueva Zelanda, Noruega, Australia, Holanda, Suiza, Suecia, Canadá, Cataluña, Quebec, País Vasco y más países y regiones donde la cultura, el orden, la convivencia y la equidad social se hicieron realidad porque los sueños, la identidad y la sensatez hermanaron la voluntad y la decisión de sus pobladores. Bueno, seré flexible y me transaré con que los tolimenses desoigamos cantos de sirena, rehagamos nuestra identidad, nos sintamos responsable del futuro y obremos consecuentemente.

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