¿Qué esperaría el Tolima de su academia?

Alberto Bejarano Ávila

Que el Tolima es región objeto de desarrollo o pueblo que merece mejor destino es premisa que una verdad opuesta desmiente: la realidad histórica del Tolima es involutiva. Basado en un texto de Yamil Gómez hago una pregunta: “Sí se mira el proceso educativo como una formación integral: saber conocer, saber hacer y saber ser, tendría que decir que se educa porque existe una necesidad de transformación de la realidad, de pensamiento y de manera de actuar de una sociedad”, ¿entonces cuál ha sido la eficacia del sector educativo regional? Sí el indicador de eficacia de la educación es la misma realidad tolimense, la conclusión sería que la pertinencia y calidad de nuestra educación, así parece, se estaría “rajando”.

“Como lo que pasó, pasó”, pero no debe seguir pasando y en perspectiva de futuro, justo es pensar sobre qué esperaría el Tolima (donde todo debe cambiar) de su educación superior que, se supone, concuerda en pertinencia y calidad con las visiones, misiones, eslóganes y juicios que leemos y oímos y que, explícita o implícitamente, hablan de su compromiso con el desarrollo regional. Si el pensar, el decir y el hacer académico es coherente, entonces la universidad es el lugar donde el talento y el carácter de miles de jóvenes se aquilatan para salir a construir, en su orden, el futuro tolimense y con él su futuro personal.

En charla casual sobre el por qué de las tesis y las tesinas argüí que éstas, antes que requisito de grado, serian un tributo del saber aprendido al desarrollo regional o compensación a la inversión que hace la sociedad regional para educar a su juventud con el propósito de hacer viable una evolución humanista, integral y sostenible. Por suerte, en vez de réplicas airadas, se me permitió, a título de ejemplo, hacer un listado de temas pertinentes con el desarrollo regional, temas que la academia puede listar con mayor firmeza para hacer pedagogía sobre la compleja correlación entre conocimiento y desarrollo, hoy distorsionada a más no poder.

Con esta anécdota intento explicar el por qué, en esencia, la universidad tolimense debe ser realmente constructora de pensamiento para el desarrollo regional y formadora de líderes emprendedores para hacer consistente, convergente e incluyente el proceso constructivo de ciencia, tecnología, innovación y apropiación en todas las potencialidades objetivas del Tolima, pues ésta, creámoslo, es la única forma de corregir los problemas de empleabilidad, equidad y pobreza, conceptos que por estos días se manosean con necedad y oportunismo.

Si las universidades, con su voz autorizada y amplificada en videos, conferencias, simposios, reseñas mediáticas y, como antídoto y sosiego frente al liviano parloteo electoral, dispensan orientaciones sesudas, resúmenes de sus investigaciones, ideas disruptivas, etc., detendrán la simpleza conceptual, darán luces a los actores sociales y económicos y elevarán el nivel teórico-político. Si la academia no replantea el modelo educativo y le habla con rigurosidad científica al Tolima, entonces el desarrollo regional seguirá siendo una fábula patrañera.

Comentarios