Aprendiendo de política

Alberto Bejarano Ávila

Estuve atento al proceso electoral español que culminó el pasado 10 de noviembre; muchas fueron las lecciones aprendidas de éste vistazo a su modelo político, a su único debate que mostró el temple e idoneidad de sus líderes, al ejercicio mediático, al proceso de escrutinios y otros hechos y escenarios que, sin ser el súmmum de la democracia, como sí serían, según he oído, Noruega, Suiza, Suecia y otros, de todas maneras revela diametrales contrastes y algunos parecidos con “la democracia más antigua y madura de América”. Por tales razones, sucinta y llanamente aludiré a algunos pasajes que considero merecen ser resaltados.

En ningún momento supe de ismos agregados a los apellidos de sus dirigentes, es decir no conocí de sanchismo, iglesisimo, riverismo, casadismo, abascalismo, solo supe por ahí de un Rufián, pero de apellido no de oficio; esto significa que esos líderes no doblegan o envilecen a sus partidos al utilizarlos como simples quioscos de avales o ficticias trincheras ideológicas y morales y que los partidos realmente abanderan grandes derroteros ideológicos. Es más, en gesto de vergüenza política el líder de Cs renunció por la poca votación por su partido.

En estas elecciones el gran ganador fue VOX (extrema derecha) por culpa de los partidos de izquierda que no logran acordar coalición parlamentaria para formar gobierno. Igual ocurre acá, pues los “grupos de izquierda” permiten el avance de la derecha (la injusticia) porque se aferran a dogmas y “señoríos” (cabeza de ratón y no…), es decir, tanto allá como aquí los líderes de izquierda y derecha muestran talante personalista y por tanto sus diferencias son programáticas pero no de coherencia (compromiso con el bien común). La noticia de última hora dice que en España el Psoe y UP acuerdan formar gobierno. ¿En Colombia cuándo?

Se escucharon algunas denuncias sobre corrupción, algo nada extraño si recodamos lo dicho por Louis Mencken: “Qué es una campaña política sino un esfuerzo concentrado para quitar a un grupo de políticos que son malos y poner a otros que se cree que son buenos. La primer conclusión… siempre es atinada; la segunda, es ciertamente falsa, porque, si la experiencia enseña algo, es que… un buen político, en la democracia, es tan impensable como un ladrón honesto”. En España la corrupción es distinta, parece menor, menos cínica y no violenta.

Se afianzó el pluripartidismo, es decir, los grandes partidos hoy no son hegemónicos y los partidos pequeños (regionales y progresistas casi todos) podrían ser el fiel de la balanza. Tal es el caso del PNV (Partido Nacionalista Vasco), pequeño en España pero grande en Euskadi (País Vasco), cosa que quise explicar en algún diálogo informal al decir que el rol que cumple el PNV es como si el “PDUT, Partido De Unidad Tolimense”, controlando la Gobernación, 30 o más alcaldías (incluida Ibagué), Cortolima y más entidades, estaría liberando al Tolima de su atraso y convirtiéndolo en región moderna, solidaria y pujante. ¡Así sería la cuestión!

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