Nueva mentalidad (II)

Continuando con la cuestión de la rancia mentalidad que impide superar el atraso tolimense y cómo tal arcaísmo contrasta con el notable talento tolimense, diría que la continuada fuga de ese talento demuestra que el Tolima fue invadido por una caduca manera de pensar que se caracteriza por ser hostil e irrespetuosa con la inteligencia raizal y por demás obsequiosa con las ideas ajenas y, por ello mismo, el mundillo político, intelectual y tecnócrata presume del saber por el saber, pero no del saber para hacer (para cambiar realidades). 

Nueva mentalidad (I)

Si es hipótesis válida que “la mentalidad es el mayor obstáculo para que el Tolima supere el atraso, tácita es entonces la urgencia de cambiar tal mentalidad y por ello es obligación que esa finalidad tenga capítulo especial en cada formulación de visiones, planes estratégicos y planes de desarrollo e igual, dada la premura de saber abierta y claramente en qué consiste la tan mentada anomalía de la mentalidad y cómo puede cambiarse, recurrente tendría que ser su análisis en la academia y en los debates políticos consecuentes. Porque es inadmisible que una creencia de tal calado se esquive o soslaye por quienes deben ocuparse de teorizar, diagnosticar, proponer y ejecutar las estrategias para el desarrollo tolimense, entonces ¿Por qué, en las periódicas ocasiones de examen sociopolítico, siempre se omiten juicios de valor sobre la alienada y trivial mentalidad que impide solucionar el endémico y progresivo atraso tolimense y se redunda en elogios (y autoelogios) a quienes destilan esa mentalidad?

Desarrollo, entre certeza y ficciones

Si fuera poca cosa y no el futuro mismo de las nuevas generaciones, no insistiría en una tesis o convicción que a pocos interesará y nadie negará u objetará. Esta tesis, explícita o implícita en mis escritos, acusa a la inteligencia tolimense de negarse a encarar la disyuntiva atraso o progreso, porque su voluntad fue doblegada por un síndrome egocéntrico que la transformó en mesiánica y por ello reacia al diálogo y al acuerdo. Esta tesis se sustenta en que si la razón y la voluntad tolimense hubiesen encarado tal dilema, hoy los ríos no estarían muriendo; la economía inclusiva generaría ocupación y empleo; la corrupción no se habría desmadrado; la identidad tolimensista nos uniría; la movilidad no iría hacia el caos total; primaria la razón y no el populismo ramplón; los servicios públicos serian eficientes; convivencia y calidad de vida serian atributos ejemplares; la lucha por el cambio sería apoyada y nunca hostigada por mentes retrógradas; el Tolima sería una de las regiones progresistas del mundo.

Bulla evasiva o quiebre histórico

Juzgando por la forma como hoy y desde tiempo atrás se encaran los crecientes problemas que nos agobian, será imposible que el progreso y la calidad de vida puedan asomar siquiera al Tolima.

Los influyentes

Por estar casi sellado el concubinato entre venalidad y estulticia, el Tolima, así parece, podría sufrir su atraso de por vida y solo queda leve esperanza para evitarlo. Por su inclemencia el atraso tolimense es innegable, pero igual parece imposible un acuerdo para superarlo y por ello debemos saber de dónde, cómo y cuándo emergió ese conservadurismo retrógrado que ve en el progresismo al mismísimo diablo.

Ciudades hermanas

Porque debe ser historia conocida por ibaguereños y tolimenses en general, recordaré que, el 2 de mayo del 2013, la Comisión de Hermanamiento de Vitoria-Gasteiz, ciudad capital de la Comunidad Autónoma del País Vasco, España, expresó opinión favorable a la solicitud de hermanamiento hecha por Ibagué, ciudades geopolíticamente distintas, Vitoria con 276 km2 y unos 250 mil habitantes e Ibagué con 1.400 km2 y, tal vez, 600 mil habitantes y, claro está, vasta diferencia en su nivel de desarrollo y calidad de vida. Este hermanamiento, aún vigente y sin duda poco conocido por la opinión pública ibaguereña, entraña una génesis de carácter sociológico que podría aleccionar la formulación de una correcta prospectiva tolimense y de ahí mi breve pero franco recordéis de aquel suceso, no entendido o subvalorado por quienes tienen, pero incumplen, el deber de guiar la construcción de mejor destino para el Tolima.

Razonamiento deductivo

Suelo porfiar en la decadencia del Tolima, fenómeno que sucede sigiloso y por ello ignorado o rehuido como factor de sostenibilidad del atraso tolimense, atraso sobre el que pareciera existir relativo acuerdo, no voluntario, porque lo obligan realidades objetivas e innegables reveladas por los indicadores sociales y económicos. 

“… Esa es la cuestión”

Una delgada línea divide la crítica objetiva de la crítica casuística y de ahí que, por lo general, la primera deba sustentarse para no descontextualizarla de la historia y para correlacionarla con la ley de causalidad, o de otra forma, criticar y denunciar problema graves por sí mismo no significa ayudar a solucionar la vieja problemática social y, al contrario, paradójicamente así es como, a veces, ayudamos a enraizar la resignación, el desaliento y esa retórica innocua que alcahuetea que el tiempo transcurra sin que nada nuevo ocurra. Por ello hoy, en la luna miel de los neogobernantes, el pasado aconseja esperar lo mejor, pero alistándonos para lo peor, pues pronto sabremos si ellos portan o no, los genes del caciquismo feudal y antiético que desde hace cuatro o cinco décadas paralizó al Tolima, o si llegan imbuidos de una íntegra conciencia histórica para empezar su transformación.

“Economía para la vida”

“Economía para la vida”, este fue el lema que en grandes letras pudo leerse en el escenario de la Universidad del Tolima donde recién se realizó el cierre de año 2023 del sector solidario y que contó con la honrosa presencia del señor presidente de la República y la asistencia de insignes dirigentes del cooperativismo y otras instituciones del sector solidario colombiano. Recordemos que, en su agudo y emotivo mensaje, el presidente indico que las cooperativas (el sector solidario) eran el ejemplo que el gobierno del cambio quería para toda Colombia, pero no como actor marginal, bien se entendió, sino como sector protagónico de la inclusión social en la economía. Sin duda el cooperativismo tolimense tomó nota del histórico desafío y querrá encararlo y por ello me atrevo a hacer algunas propuestas que quizá sean útiles.

La semilla está ahí, pero….

Pensar el desarrollo supone pensarlo con prosperidad económica, premisa obvia que pone en duda la sensatez y pertinencia de la teorización económica o académica con la que están fundamentado la visión prospectiva de lo público y lo privado en el Tolima, pues si bien sus enfoques teóricos son aparentemente correctos, sus resultados en el Tolima los desmienten.