Otro cuatrienio y...

Necesario es hacer crítica, implícita o explícitamente propositiva, aun sabiendo que la crítica no inmuta y que la propuesta no interesa y ello por omitir o ignorar que, desde hace varias décadas, los tolimenses caímos en una decadencia que impide el examen colectivo respecto a quiénes somos, de dónde venimos y hacia vamos, para así pensar el futuro desde nuestra realidad, nuestra geografía, nuestro pasado y, en suma, desde nuestra identidad.

Gratitud

“La esperanza es esa cosa con plumas que se posa en el alma y canta sin parar”. Este párrafo de Emily Dickinson sirve de prefacio para desear a los tolimenses y a quienes pacientemente soportaron mis escritos, feliz navidad y generoso 2024. Aunque la realidad social dé motivos para ser escéptico, no debemos descreer de la esperanza y, para no flaquear, cito un axioma de Einstein: “aprender del ayer, vivir para hoy, esperanza para mañana, pero lo importante es no parar de cuestionar”, proverbio contrario a la cita que de una milonga hiciera Savater, “a veces la esperanza son ganas de descansar”, para señalar que, “en este caso, la esperanza es un estado pasivo para no actuar y esperar a que las cosas ocurran por inercia o por azar”.

Vivir del cuento

En muchos espacios y disciplinas los centros de pensamiento han sido esenciales para hacer lecturas, avizorar tendencias y generar prospectiva; sin duda, muchos avances corporativos y sociales se fraguaron en la discreta y a veces secreta labor de equipos de investigadores y pensadores que abrieron trocha para que líderes, en verdad comprometidos con el progreso científico, económico-sectorial, territorial, etc., instituyeran equipos para conducir procesos que luego reconoceríamos como hechos reales de desarrollo.

Todo bien, pero sin ruido

Luego de los inicuos sucesos descritos en mi artículo titulado “trepidante y canallesco” (el cumpleaños de Ibagué y un festival musical, ambos realizados en el Murillo Toro, el primero con 17 horas continuas y el segundo por cuatro torturantes días, con promedio diario de 18 horas), en verdad no volvieron a producirse tan irrespetuosos eventos, aunque sí algunos excesivamente ruidosos. No obstante, el copioso feedback que generó el artículo me obliga a retomar el tema, pues de aquel se infiere que viene ocurriendo algo raro, la ciudad musical está mutando en ciudad del ruido y tal deformidad no sucede solo en el Parque Murillo Toro sino de toda la ciudad, afectando la salud, la civilidad y el sosiego de los ibaguereños.

Colombianos, pero federalistas (II)

Su orografía, su ubicación, sus recursos naturales, su reconversión sociológica y su marchita pero redimible identidad, hacen del Tolima un territorio con enorme potencial para alcanzar un alto grado de desarrollo y calidad de vida y, por ello, a los tolimenses debería causarnos vergüenza los cada vez más pálidos indicadores de desarrollo a los cuales suele responderse con ruidajo politiquero inflado con humo de genialidad.

Colombianos, pero Federalistas (I)

Para que en el Tolima la alternatividad política propulse el progresismo, adquiera sentido y merezca credibilidad, lo aconsejé en algún artículo, tendría que redefinirse bajo un enfoque bidimensional, única forma de lograr coherencia ideológica y evitar las contradicciones que ponen en duda la legitimidad y la confianza de “lideres” que exudan más egocentrismo que aptitudes de lideres orgánicos y comprometidos con las ideas del cambio. 

Repidante y canallesco

Hago alto en mi habitual temática sobre el futuro regional para decir que, quienes residimos en los alrededores del “Parque Murillo Toro”, al igual que quienes habitan las proximidades de los distintos parques, plazoletas y demás espacios públicos de Ibagué, debemos entender que estos son lugares propicios para el goce personal, para la camaradería, para ejercitar o exhibir actos culturales y, en el caso del “Murillo Toro”, por ser atrio de la Gobernación, para ejercer el derecho a la protesta y otros convites cívicos. Igual debemos entender que, dadas los altos índices de desempleo e informalidad en Ibagué, estos espacios deben acoger ferias artesanales y más eventos económico-culturales mediante los cuales, cientos de personas, muestran sus saberes y destrezas y obtienen el sustento familiar, respetables propósitos que obligan tolerancia y apoyo acorde a nuestras posibilidades.

Trepidante y Canallesco

Hago alto en mi habitual temática sobre el futuro regional para decir que, quienes residimos en los alrededores del “Parque Murillo Toro”, al igual que quienes habitan las proximidades de los distintos parques, plazoletas y demás espacios públicos de Ibagué, debemos entender que estos son lugares propicios para el goce personal, para la camaradería, para ejercitar o exhibir actos culturales y, en el caso del “Murillo Toro”, por ser atrio de la Gobernación, para ejercer el derecho a la protesta y otros convites cívicos. Igual debemos entender que, dadas los altos índices de desempleo e informalidad en Ibagué, estos espacios deben acoger ferias artesanales y más eventos económico-culturales mediante los cuales, cientos de personas, muestran sus saberes y destrezas y obtienen el sustento familiar, respetables propósitos que obligan tolerancia y apoyo acorde a nuestras posibilidades.

Alternatividad, eufemística y real

Como respuesta a la remota posibilidad que de que el Tolima salga de su agravada condición de atraso económico y moral y sus efectos en el mapa del ordenamiento social.

Alternatividad, eufemística y real

Como respuesta a la remota posibilidad que de que el Tolima salga de su agravada condición de atraso económico y moral y sus efectos en el mapa del ordenamiento social, hoy la pelota está en la cancha de la alternatividad, pues la “arcaica politiquería fue la vencedora” y ahora, con desvergüenza, se solaza con un triunfalismo tragicómico que muchos alaban, o bien por ignorar cómo debe obrar una auténtica política para construir desarrollo y equidad social en el Tolima y bien porque se benefician del atraso y el caos.