Casuística y desarrollo

Es frecuente que amigos o contertulios, sabedores de que garrapateo opiniones para END, me insten a escribir sobre temas puntuales que laceran la vida ciudadana y claro, a veces lo hago sabiendo que de poco servirá, pues no olvido como los buenos pensadores y expertos, ellos sí, en sus respectivas disciplinas, proponen sesudas soluciones a problemas graves sin ser escuchados, porque quienes tienen “la sartèn por el mango” están atareados en obtener privilegios y no en solucionar la problemática social. Por ésta razón suelo eludir la casuística (“examen de casos específicos en alguna materia”) y mejor procuro estudiar la cuestión del desarrollo por creer que buenos remedios a casos concretos pululan, pero no tienen directa y racional conexión con el todo que, para el efecto, es una clara visión de desarrollo regional.

¡Reinventemos la política tolimense!

Que los partidos políticos en Colombia son anacrónicos y decadentes es premisa que pocos dudan en compartir y, dado éste tácito acuerdo, debería ser firme la creencia en la urgencia de reinventar la política, pero, desgraciadamente, escasean los verdaderos inventores, pues cada vez que aparece una nueva bandera, ésta es mera imitación del avejentado partidismo puesta al servicio de caciques que no obtuvieron palco de privilegio y dominio en su anterior “tolda”, es decir, el reinvento se hace en favor de la politiquería misma y no del fin supremo de la política que es, en esencia, garantizar la prosperidad y la felicidad a la sociedad.

Con cara ganamos nosotros, con sello pierden ustedes

Más agria que dulce es la conclusión a la que llego luego de pensar mi voto para las próximas contiendas electorales. Intentaré explicar mi agridulce o paradójica deducción diciendo que votaré para Presidente confiado en ganar para que Colombia cambie, pero sabiendo que el Tolima perderá y todo seguirá igual o peor, pues, eso creo, nuestra renuencia a admitir que las soluciones a los males del Tolima están adentro y no afuera desfigura el sentido político del desarrollo y es por ello que caciques retrógrados pueden declararse líderes progresistas y usando su inmoral regla de juego, “con cara ganamos nosotros, con sello pierden ustedes” se arrogan la vocería en lo presidencial y, de forma autócrata, ungen candidatos al congreso.

Sobre el viejo y el nuevo Tolima

Indeclinable debe ser el respeto por las ideas y el obrar político que cada quien asuma, sobre todo por ideas y acciones que no se comparten.

Cien años de oires y decires

De los voceros de la economía, la organización social, la cultura, la educación y, sobre todo, de la “política”, en el Tolima oímos y leemos a diario millones de palabras que coinciden en la preocupación, sincera o falsa, por los graves problemas socioeconómicos que padecemos los tolimenses, palabras que, con distinto enfoque, revelan ideas, proyectos y compromisos para corregirlos. Contados a la bartola diría que por 25 mil días he venido oyendo y leyendo (igual he dicho y escrito, para sumar) trillones de palabras que a la postre nada corrigieron. Setenta años de oires y decires estériles es una eternidad y no dudo que, salvo una profunda escisión histórica, cuando menos serán 11 mil días más (30 años) de palabrería infértil.

Anclar problemas o desamarrar soluciones (II)

Decía en la primera parte que la tragedia tolimense nos exige sincronizar el corazón con la razón porque irónico e ilógico es que grandes mayorías de tolimenses anhelemos que en el Tolima se ocasione un cambio pero que, luego de tantos años de sufrir un progresivo atraso, aún no sepamos cómo hacerlo y, en vez de buscar las soluciones, sigamos contemporizando con prácticas que por acción u omisión originan el atraso e impiden el cambio. Como aquello del corazón y la razón parece retórica sensiblera, debo intentar una explicación y, para ello, opinaré sobre el electoralismo y lo electoral, pues en éste sutil dualismo estaría la respuesta al por qué nuestro imaginario político apadrina el atraso en vez de ser motor del progreso.

Anclar problemas o desamarrar soluciones (I)

Ante la compleja, progresiva, invasiva, imparable y sistémica tragedia social que padece el Tolima (y Colombia claro está, pero “primero lo primero”), seria disparate pensar que exista siquiera un tolimense opuesto a que “las cosas deban cambiar” y que no desee contribuir a que el cambio sea realidad. ¿y entonces porqué esas cosas empeoran cada día?

Sobre prioridades e inconsistencias

Tal vez por creerlo irrelevante, en el Tolima nunca hemos considerado que el pensamiento estratégico para construir desarrollo regional debe tener un claro orden de prioridades y de ahí la incoherencia y desenfoque de las bases teóricas del desarrollo tolimense, cuyo efecto es que las visiones, los objetivos y los lineamientos prospectivos sean antojadizos, erráticos y “de corto vuelo”. Por ignorar la prioridad, la prospectiva tolimense extravió su pertinencia y por ello la búsqueda de factores detonantes del desarrollo acaba centrándose en “Bogotá” y no en las potencialidades endógenas; prueba de ello es que los “estrategas” claman ayuda nacional, hipotecan la autonomía regional y validan la levedad y la desvergüenza política, en vez de afirmar la integralidad tolimense para merecer respeto en el ámbito nacional.

Cuando el pasado eclipsa al futuro

Desarrollo, bienestar, innovación, modernidad, transformación, oportunidades y muchos sustantivos más que escuchamos todos los días en boca de muchos dirigentes y agentes de opinión, parecieran ser pregones de futuro, pero, al escrutar detenidamente los momentos, las circunstancias y las acciones que proceden, se evidencia que tales conceptos son apenas lugares comunes propios de racionalidades e intencionalidades más ligadas al pasado que al futuro. Escuchar palabras y luego padecer las acciones posteriores, es como un dèjà vu o “sensación de haber vivido ya la misma situación” y de ahí la pregunta que debería preceder todo ejercicio prospectivo: ¿El pasado eclipsa el futuro de los tolimenses?