Diálogos regionales, diálogo tolimense

Cada vez con mayor fuerza se proponen los diálogos regionales como solución al estallido social. La propuesta se basaría en que el centralismo ignora que Colombia es pluricultural y diría que plurinacional, pues cada región tiene su propio trasegar histórico que le da matices propios a su problemática moral, política y estructural y de ahí que, aunque los problemas se parecen, los remedios tengan que particularizarse y por ello no es la draconiana e insulsa voz presidencial sino el diálogo regional el que podría balancear las culpas del centralismo y de la región, hallar soluciones y concretar los compromisos que el Estado y cada territorio tienen que cumplir. De ahí la importancia y urgencia del gran diálogo tolimense.

La Casa del Tolima

Indignación y aflicción me causó ver en algún medio la fotografía que muestra el deplorable estado de abandono en que se encuentra la “Casa del Tolima” en Bogotá. Por ser acusadora evidencia del mal manejo del patrimonio público e indicio de torpeza para entender cómo debe construirse otra realidad social en el Tolima y habida cuenta que, aunque por pocos años, COOPERAMOS tuvo en comodato ese inmueble para cumplir allí acciones estratégicas que por esos días se pensaban y que por su obviedad hoy podrían estar pensando los líderes del Tolima, la foto referida obliga una reflexión a modo de denuncia y de crítica constructiva.

Api, exoneración y agotamiento mental

Respecto al grave y epidémico desempleo en Ibagué (cuyo examen de causalidad y solución debe hacerse en el contexto regional y no abstrayéndolo como problema local) dos noticias recientes confirman el gradual agotamiento mental que les impide a gobernantes y políticos superar los lugares comunes y el hábito de plagiar iniciativas de otras ciudades y regiones y los inhabilita para encontrar soluciones estructurales y eficaces que erradiquen, de una vez por todas, el grave pero curable mal del desempleo que se ensañó con Ibagué y el Tolima.

Jóvenes tolimenses, es su hora

“Lo que le pasa al país es que la solución está en manos del problema”. Ésta proverbial frase, escrita en alguna pancarta, es recurrentemente citada porque en su contundente brevedad inculpa a las viejas generaciones de dejar las soluciones a los graves y complejos problemas del país en manos de gobiernos torpes y abusadores, de políticos oportunistas y corruptos, de partidos momificados y de tanto seudolíder dedicado a obtener privilegios para sí y para quienes detentan el poder, sin importarle que su conducta haya causado la enorme pobreza y desigualdad que obligó el estallido social y, ojalá, lleve al cambio de rumbo del país.

Entre razones y sinrazones

Siendo verdad que el atraso del Tolima no obedece la falta de recursos naturales y ventajas estratégicas ni a la carencia de razones (ideas) lógicas, entonces ¿dónde radica el obstáculo del progreso? A pesar de tenerlo todo para lograr el progreso, lo cierto es que éste siempre le fue esquivo al Tolima, innegable paradoja que podría explicarse a partir de la premisa de que “existen razones que la lógica no comprende” y que por tanto no son las razones lógicas del desarrollo (tesis, modelos, saberes, supuestos etc.) sino las sinrazones, las que podrían explicar por qué el atraso ha sido el inalterable destino del Tolima.

¿Vivimos tiempos de cambio?

La valentía de la juventud, los indígenas, los campesinos, los maestros, unos pocos políticos, los sindicatos y en general la reacción de la sociedad, logró frenar (retirar dicen), por ahora, la reforma tributaria y de la salud y, estaría por verse, si logra frenar la reforma pensional y otras leyes con las cuales, quienes detentan el poder en Colombia y con absoluto cinismo, iban por todo. Muchas vidas, angustias, sacrificios y más consecuencias colaterales han sido el doloroso efecto de la gran protesta nacional que detuvo el avance hacia la total exclusión y desigualdad social. Por su contundencia, la reacción popular pareciera conducir al cambio, pero, obligado es advertirlo, igual podría ser un sacrificio en vano y ello pronto lo sabremos.

Sostenibilidad del museo panóptico

Juicioso seguí, el 26 de abril, la transmisión del conversatorio “Perspectivas y Desafíos de la Sostenibilidad del Museo Panóptico de Ibagué”, evento en el que participaron museólogos del país y del exterior. Mi interés en el conversatorio convocado por la Secretaría de Cultura de Ibagué, obedecía a que hace pocos días propuse instituir, en el Panóptico, la Casa de las Colonias Municipales del Tolima, idea que, aunque mereció muchas y favorables opiniones, fue ignorada en las instancias municipales (alcaldía, secretarías, concejo) y, por tanto, como otras ideas que plantean los ibaguereños, ésta no pudo sustentarse.

La tapa del cóngolo

Un titular de END de abril 21 señalaba: “El partido Liberal en el Tolima apoyará candidato al Senado de otro departamento”. La insólita noticia rezaba además que, “ante la pérdida de fuerza electoral en el Departamento, la colectividad no presentará un aspirante de origen tolimense y apoyará a un candidato único en coalición con grupos del Quindío, Risaralda y Caldas. Como el tema no era de poca monta para una región sin horizonte, esperé unos días para conocer la reacción de los conspicuos analistas preocupados por el futuro tolimense y, lo esperaba, el desatinado anuncio liberal pasó desapercibido, tal vez porque en una región donde casi toda anormalidad parece normal, el entreguismo político parece genialidad.

¿Qué le hace falta al Tolima?

¿Qué le hace falta al Tolima para superar sus graves problemas y convertirse en una región prospera? Sin duda muchos se habrán hecho la misma pregunta con sujeción a su particular idea de prosperidad, y para responderla, desde mi propia forma de pensar, hago una especie de inventario de las condiciones objetivas y subjetivas que se requieren para que el Tolima pueda lograr el desarrollo o, en su defecto, las que lo impiden. De éste listado concluyo que, desde lo objetivo, no se avistan limitaciones u obstáculos y, tomando como cierta la premisa de que no existe un solo tolimense, incluida la diáspora, que no desee el avance de su tierra, entonces, desde lo subjetivo, tampoco se advierte impedimento o limitación alguna.

El sirirí del desempleo

Con total franqueza confieso que me resulta exasperante leer u oír cada mes y por decenas de años, o igual, por cientos de meses, que Ibagué “lidera” u ocupa el segundo o tercer lugar en desempleo y, ahora desagregado y más grave aún, el desempleo de la juventud y la mujer y, además, que la tasa de informalidad (se ve en la calle) excede, por muchas décimas, la de regiones gestionadas con decoro e idoneidad y donde sus líderes enfrentan el mal desde su raíz, con sesudos análisis de causalidad y estrategia y asumiendo tareas concretas, quehacer que, como lo confirma el mismo desempleo, los tolimenses nunca asumimos en serio.