Quijotadas (II)

En la entrega anterior decía que, por no ser un camino sino muchos caminos los que debemos transitar para alcanzar el desarrollo tolimense, es ineludible deber el construir ese mapa de caminos.

Quijotadas (I)

Recurro a la frase que señala que “todos los caminos conducen a Roma” para sustentar que el desarrollo, por ser noción vinculante del interés particular y el interés general, es objetivo común. Para facilitar sus sueños, las personas crean grupos de interés específico (ej., gremio o cooperativa) y los grupos delinean un camino para sus asociados y, a su vez, esos caminos se cruzan con los caminos de otros grupos de interés específico y, de esa dinámica de ideas y acciones, aparece el mapa de caminos hacia el buen destino: el desarrollo regional. Claro, esto es teoría, pues en el Tolima, para el efecto, la esencia política del desarrollo mutó en pseudo política, la cultura política cayó en decadencia y el vocablo desarrollo se convirtió en comodín de palabrería insulsa que a nada lleva porque carece de norte y de sentido.

La excepción confirma la regla

En artículos anteriores me refería a la historia tolimense como sofisma que prospectivistas y teóricos de los últimos lustros han usado para dar tinte intelectual a propuestas que nunca les dan resultados y no la historia como experiencia vital que enseña cómo el Tolima, hasta los años cuarenta del siglo pasado, venia tejiendo un lento pero firme desarrollo que, desde los años cincuenta, comenzó a declinar por la violencia, la politiquería y la globalización que trajeron abusos, quiebres sociales, fracasos y malas mañas que turbaron el alma tolimense y de ahí el frágil y aciago presente del que tanto nos quejamos. Mientras el deseo tolimense cabalgue sobre condiciones azuzadas desde afuera y no construyamos pensamiento propio para escribir nuestra propia historia, ninguna visión estratégica de futuro dará resultado.

No existe historia tolimense (III)

En razón a que existen países y regiones exportadoras e importadoras de capital financiero, uno se pregunta si este es o no asunto pertinente al desarrollo tolimense y en consecuencia si la “Visión Tolima”, los políticos y los líderes económicos conciben, como estrategia capital, fundar un mercado de capitales del Tolima. De no ser así entonces el desarrollo es narrativa boba, pues el Tolima seguirá siendo nicho rentable y exclusivo para financistas nacionales y transnacionales que, en gran parte, con el mismo ahorro público y privado de los tolimenses especularán y lograrán la mejor tajada del esfuerzo productivo regional: Sin finanzas propias una “región pobre” acaba siendo colonia o enclave económico y su progreso un imposible.

No existe historia tolimense (II)

La aleatoria lista de ejemplos para contrastar la construcción histórica con la historia como zaga de sucesos inerciales en el Tolima continua con los servicios públicos, donde también lo histórico se hizo evidente al permitir que la construcción de la actual estructura (excepto acueductos, donde ronda el runrún privatizador) se readaptara por la dinámica empresarial, externa, nacional y multinacional y ante la inacción, cuando no apología, de quienes ignoran que una estructura de activos productivos, pública y propia, permite generar utilidades para reinvertirlas en calidad de vida, empleo y prosperidad para los tolimenses.

No existe historia tolimense (I)

Decía en artículo anterior que no existe una historia tolimense porque en nuestros casi cinco siglos no hemos sido protagonistas, solo hemos contemplado pasivamente la formación de nuestras estructuras sociales por fuerzas externas, es decir, observamos los cambios, pero no los causamos y de ahí el atraso y no el desarrollo. Por amigables disensos sobre la historia tolimense y por ser cuestión crucial para comprender al Tolima, en pocas cuartillas intentaré plantear mi opinión, pues si bien historiadores, antropólogos y arqueólogos relatan sucesos acaecidos desde tiempos precolombinos, nunca hemos juzgado si el “orden” social, político, económico y ambiental del Tolima de hoy es construcción, deconstrucción o accidente y por tanto si los tolimenses fuimos y somos históricos o ahistóricos.

Aquel Encuentro de Tolimenses

Convocado por la ADT se realizó el “noveno encuentro de tolimenses” cuyas conclusiones deseo leer pronto porque confío muestren una estructurada visión de futuro para el Tolima y enunciados estratégicos inéditos y viables para construir ese futuro. La noticia de tal hecho me indujo a releer la ponencia titulada “Por El Buen Camino” que presenté en el segundo o tercer encuentro de tolimenses realizado en 1966, hace 26 años.

Decrecer para crecer

“La necesidad de reflexionar sobre el error de centrar el modelo económico y el esfuerzo político en el crecimiento indefinido del producto interno bruto”, en palabras de Georgescu-Roegen, parece ser el meollo de “la teoría del decrecimiento” que por éstos días los solícitos detractores del nuevo gobierno utilizan para descalificar su gestión. Encarnado en Gustavo Petro y en limpia y dura lucha democrática, el ganador en la pasada contienda presidencial fue el anhelo de trasformar a Colombia para que la equidad y la justicia social fuese el nuevo norte político y, claro está, ese triunfo exigía una ruptura radical con arcaicos paradigmas que, por muchos decenios, implantaron en Colombia la desigualdad y la exclusión social.

Espejismos y no realidades (II)

Con ocasión de anteriores escritos donde sugerí ideas para el emprendimiento comunitario y la industria alimentaria, grato fue leer mensajes que darían para ordenar una extensa lista de potencialidades para construir el modelo económico del Tolima a partir de lecturas de la realidad productiva que podemos ver en la cotidianidad y que revela saberes ancestrales jamás reconocidos como fundamentos para transitar de la economía primaria a la moderna.

Espejismos y no realidades (I)

Parece estar de moda un tácito pacto sofistico-mediático que usa espejismos para evadir la lectura de esa realidad que nos indica por dónde empezar a construir el progreso tolimense. Por tal razón en texto anterior señalé que apelaría a la heterodoxia económica para intentar mostrar ideas y hechos ciertos, próximos y posibles, que permitan iniciar la siempre diferida tarea de construir nuestro desarrollo e inicié sugiriendo que muchas comunidades podrían fundar cooperativas u otras formas asociativas para instalar paneles fotovoltaicos y/o micro plantas hidráulicas y eólicas que producirían parte de su consumo energético y así disminuir el costo del recibo y contribuir a la sostenibilidad ambiental, iniciativa que en otras regiones ya no es una potencialidad sino una demostración real del ignorado poder comunitario.