El desestimado poder comunitario

Un paradigma dominante en economía es el gran inversor para el gran emprendimiento y esa es la única tesis inspiradora del pobre discurso que sobre el desarrollo tolimense se oye cada día en los círculos públicos y privados. Es frustrante que la receta mágica que proponen los tutores del desarrollo sea la inversión externa y el hacer atractivo al Tolima para el gran empresario, tesis invariable desde que tenemos uso de razón y que contrasta irónicamente con el progresivo subdesarrollo tolimense, pues jamás se quiso dialogar siquiera sobre ideas incluyentes de desarrollo endógeno, donde la inversión externa es útil si no afecta o impide las estrategias de acumulación de ahorro para la formación de capital interno ni mengua el espíritu emprendedor para construir desarrollo a nuestra medida y para nuestro beneficio.

Preocupante paradoja

Ahora cuando se genera un positivo aire de transformación nacional se acentúa en mi espíritu y mi conciencia la preocupación porque la transformación del Tolima no comienza y porque nada indica que pronto pueda iniciar, paradoja que exige porfiar en el examen y la denuncia de los obstáculos que uno cree impiden a los tolimenses empezar una nueva era y, por ello, creo necesario profundizar en tal paradoja, aunque solo sea como ejercicio para reafirmar convicciones que, haciéndolas públicas, en algo aliviaran la desazón, pues no creo que como golondrina solitaria logre ayudar a convencer a quienes en el Tolima arguyen ortodoxias de desarrollo para hacer “esa política” que inexorablemente conduce al subdesarrollo.

Cortos, como siempre

Luego de tantos cuatrienios, solo hasta agosto 7 del 22 este opinador quedó satisfecho con una posesión presidencial. Frente a una audiencia de millones de personas y un escenario de especial significado porque congregaba los colores de la pluriculturalidad, la riqueza de la diversidad étnica de la nación y la implosión de alegrías reprimidas que observaban cómo tantas esperanzas frustradas empiezan a convertirse realidad, en su alocución, el presidente Petro hizo una simbiosis de ideas profundas, universales, integrales, ecuménicas y, sin duda, intensamente incluyentes que denotan su temple de estadista. Alegórico a la era del cambio también fue el suceso la Espada de Bolívar y el juramento de Francia Márquez que incluyó una axiomática oración de compromiso: “hasta que la dignidad se haga costumbre”.

En plata blanca

Hay cosas que debemos decir en plata blanca así incomoden a tirios y troyanos. Tal es caso del rol que históricamente han desempeñado los partidos políticos en el devenir del Tolima, rol fácil de calificar porque basta con mirar cómo la realidad y las evidencias de la dinámica cotidiana revelan más decadencia que progresismo, mirada que permite concluir en que tal rol ha sido más lesivo que provechoso y que un juicio sobre el partidismo en el Tolima nunca se hizo, pues, así parece, ideólogos, intelectuales, investigadores y críticos no quieren coger “el toro por los cuernos” o califican de normal esa aberración política y por ello se entronizó el personalismo como única, desastrosa y falsa verdad político-electoral en el Tolima.

Casuística y trasformación

Es obligado el respeto por la abnegación, la persistencia y los saberes específicos de quienes día a día ejercen en el Tolima la dura tarea de examinar y proponer cómo superar los graves problemas que sufrimos en todos los ámbitos de nuestra realidad y la tarea de denunciar y repeler desidias, ineptitudes y malos procederes en las instancias públicas. La incansable e ingrata tarea de control político y administrativo es de suyo necesaria y por tanto elogiable, porque es la única forma de intentar frenar la impunidad de tanto desafuero que comenten quienes usan lo público solo como un instrumento para satisfacer sus intereses personales.

Solo hay una alternativa

Si con los buenos políticos estuviésemos de acuerdo en dos premisas, posible seria avanzar hacia una inequívoca alternativa para despejar el futuro tolimense.

Aún se puede rectificar

Reconozco que luego del triunfo del Pacto Histórico el 19 de junio vi con recelo las primeras fotografías amistosas de Gustavo Petro con voceros de la recalcitrante política que instauró el feudalismo, la desigualdad y la exclusión en Colombia.

Intelectualidad y política

En el Tolima se nota el contraste entre el lúcido y sustancial análisis crítico y propositivo de sus pensadores respecto a distintas cuestiones nacionales y la sequía de análisis y propuesta sobre el hoy y el mañana de nuestra regiòn.

Sobre la reconciliación tolimense

¿Cómo debe ser la política tolimense y cómo es en verdad? Reflexionar e intentar alcanzar un acuerdo sobre ésta cuestión es insalvable exigencia para reconciliarnos como tolimenses y así iniciar juntos la redención histórica del Tolima. Creo que no será difícil coincidir en que política son ideales; principios y valores éticos y democráticos; solidaridad y responsabilidad social; utopía; visión colectiva del futuro; pertinencia programática; objetivos, estrategias y planes para cambiar la realidad y más rasgos de inteligencia, humanismo y modernidad que algunos tildan de románticos. Tampoco será difícil coincidir en que, como ruinoso contraste, la política tolimense es un primitivo mercadillo electorero de ínfulas e intereses personales que, tiznados de colores partidistas, impiden el ejercicio de la auténtica política.

Utopías y realidades

Hoy parece estar naciendo el tan ansiado espíritu de reconciliación entre los colombianos y su origen es justamente el triunfo de Gustavo Petro, o lo mismo, ese triunfo progresista que hasta el pasado 19 de junio parecía utopía.