Para impedir el largo olvido

Benhur Sánchez Suárez

Hace dos años nos abandonó Ludivia Alfaro Rojas, gran amiga, compañera de lides artísticas y culturales. Dejó un inmenso vacío entre los amantes del arte del Tolima.
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Gran animadora de las actividades formativas, era pensionada del departamento del Tolima, bajo cuyo cobijo ejerció el magisterio en algunos municipios, uno de cuyos últimos escenarios fueron los colegios de la ciudad de Ibagué.

Las inquietudes humanísticas de Ludivia la ubicaron como miembro de la asociación “Amistad y mucho más”, de la cual fue su cofundadora, de la “Academia Tolimense de la Lengua” y de la corporación “Corcultura” y su galería “Viva el arte”, liderada por el maestro Edgar Varón. Cientos de actividades contaron con su apoyo y presencia a lo largo de estos últimos años, en los cuales compartí con ella su bondad, conocimientos y espíritu de lucha, cualidades que adornaron siempre su trasegar por la cultura y la educación del Tolima.

Su presencia, siempre activa, se destacó en la preservación del patrimonio arquitectónico de la ciudad, especialmente de la Granja San Jorge, cuyos terrenos y bosques nativos han querido convertir en una selva de cemento. Han tratado de desconocer que la granja fue declarada “bien de interés cultural” en 1998, mediante resolución del Ministerio de Cultura de Colombia, tanto su edificio como de las 130 hectáreas que la rodean.

Su compañero de vida durante los últimos diecisiete años, Efraín Vergel Alarcón, publica en  “Letras”, revista de la Academia Tolimense de la Lengua, un sentido poema en homenaje a ella, que no dudo en transcribir como un homenaje a su memoria:

“No fuiste rosa de un instante… / Pervive en el arte y su defensa / como historia y patrimonio / que incita a la grandeza. / ¡Ludivia Alfaro! / De tus cenizas blancas / nacerán laureles / con fulgor y mariposas / que fertilizarán el campo./ Tu ética de amiga y esposa / de la cultura protectora / del pordiosero bondadosa; / generaciones venideras, / imitarán de ti, singular ejemplo. / Del lauro, su savia y sus flores; / ritual de mirada eterna, / aromarán recuerdos / que no devora el tiempo. / Ayer… hoy… siempre, seguiré contigo… / Cuidaré tu sueño, / y de tus cálidas virtudes; / estaré pendiente… / La lealtad en septiembre, / con rosas y claveles / recordarán tu nombre. / Evocaré tu historia / y volveré mañana; / a mirar las flores / y el perfumado cáliz / que respira auroras… / Volveré mañana.”

Personas como Ludivia Alfaro marcan la vida de sus contemporáneos. Como dijera el escritor e historiador Camilo Pérez Salamanca hace dos años, conmovido por lo inesperado de su viaje a la morada de los invisibles: “que su muerte nunca sea un largo olvido”.

BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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